Crónicas de Tanzania 4, gone to the beach
Tanzania no es sólo el Serengeti, la sabana y el Rey León. Tiene playas? Sí, unas playas alucinantes! Mejores que muchas del Caribe incluso. Ya les contaré de la vida sobre la arena. Este post va a ser sobre la vida bajo del mar, dedicado especialmente para los amigos del #TeamBuceo: Karibuni baharini! (Bienvenidos al océano!) Comenzó la aventura en las costas de Zanzíbar, en un atolón que se llama Nmemba. El agua turquesa me recordó a las aguas de Tulum, aunque con bastante corriente. Es un sitio lleno de pequeña vida tropical, el agua cálida – a unos 29°C- y los arrecifes de coral albergan miles y miles de especies de pececitos. Acá fue mi primer encuentro con Nemo! Nemo -que después de mucho entendí que venía de su nombre real aNEMOnefish, ya que vive en las aNEMOnas- no es el personaje simpático y tierno de la película. Los pibes son bravos y defienden su territorio más que los leones, aunque, claro, con un poco menos de mortalidad. Es hasta gracioso ver como se acercan a la máscara con intenciones de picotearte porque los estás invadiendo, aunque estés a metros de su anémona-casa. Otra cosa que aprendí es que hay varias especies de Nemos (para mí, van a seguir siendo todos “nemos”). Hay negros con un punto blanco, hay negros con rayas blancas, hay naranjas claritos con una raya blanca a lo largo del cuerpo, hay naranjas con rayas blancas, el clásico “Nemo”. Y en Zanzíbar hay un montón de nemos! Muchas -y ricas- langostas también habitan las costas de Zanzíbar. Algunos cirujanos, pocos sargentos, muchos cangrejos, hasta Sebastián -la estrella de Bob Esponja- que es gordita y rellenita igual que el personaje. Seguimos las inmersiones en Tumbatu, una pequeña isla frente a las costas de Kendwa. Allí, uno de los sitios se llama Haunted Wall: una pared de coral que parece flotar a unos 12 metros de profundidad y, sí, parece encantada. Lo maravilloso fue recorrer la pared con mucha luz y descubrir miles de pececitos de colores escondidos entre los corales. La contra fue que la visibilidad no era la mejor aunque una maravilla comparada con las canteras de Salto o Tandil. Ya en otra isla, Mafia, hicimos dos inmersiones en Chole Bay. Ya en aguas más cristalinas, con mejor visibilidad, jugamos en el agua calma y descubrimos nudibranquios, morenas, rayas, sepias y muchos más peces tropicales. Pero la estrella debajo del mar de este viaje, sorprendentemente, no fue buceando sino haciendo snorkel. En Mafia habita el tiburón ballena. Y, una vez más, en el segundo día en Mafia, fuimos a buscarlo. Otra vez nuestro día empezó de noche: a las 5.30am nos pasaban a buscar para ir a desayunar, darnos una pequeña charla sobre el tiburón ballena y luego emprender la navegación para encontrar al tiburón ballena. All aboard y allá vamos! Tuvimos tres o cuatro avistajes un poco fallidos. Sólo pudimos ver a los tiburones desde lejos y apenas si sacarles una foto a la distancia. Hasta que tímidamente apareció un “tiburoncito” de unos 3 o 4 años de edad, con sus 3 o 4 metros de largo a jugar con nosotros. Y allí se quedó durante aproximadamente 30 minutos, cosa poco habitual según los guías. Fueron treinta eternos minutos de fotos, videos, nadar, patalear fuerte, hacer apnea, y todo lo que pudiéramos hacer para estar cerca -nada más y nada menos- de quien es el pez más grande del mundo! La paz con la que se mueve, acompañado de los pececitos que lo limpian incluso dentro de su boca, es maravilloso. Aunque se asustaba un poco cuando los humanos nos acercábamos, no dejó de jugar con el barco, pasando por debajo de un lado para el otro, sin siquiera tocarlo. El tipo es enorme y no toca el barco, yo me desconcentro y me llevo puesta la pata de la mesa. La naturaleza es fantástica. Aprendimos que hace tan sólo 10 años que se estudia al tiburón ballena, que recién ahora hay organizaciones y fundaciones que investigan su conducta y que cada foto puede ser material científico. Allá viajaron nuestras fotos por internet y resulta que descubrimos un nuevo ejemplar! Este tiburoncito que pasó 30’ con nosotros quería ser descubierto y era la primera vez que se lo avistaba. Ya desde la gran ciudad, estamos en el proceso de adopción y donación para el “pequeño” tiburón ballena que identificamos en las costas de Mafia. No, no lo vamos a traer a vivir en una pelopincho, sencillamente le ponemos nombre, hacemos una pequeña donación mensual para investigación y nos avisan cada vez que sea nuevamente avistado en aguas abiertas. Nuestro paseo por el océano Índico siguió en una isla que se llama Fanjove. Allí, después de dos largas mañanas de navegación y de sortear olas de 3 metros, logramos avistar delfines. Es maravilloso verlos jugar alrededor del barco. No nos dieron tiempo a tirarnos a nadar con ellos, pero ya descubrirlos, verlos jugar en la proa, saltar a través de las olas y fijar en la retina esa eterna sonrisa que tienen dibujada, fue suficiente para mí. Una de las ventajas de las costas e islas de Tanzania es que no es necesario bucear para ver mucha vida. Apenas con snorkel es posible disfrutar de la vida subacuática. Sí, en África hay playas increíbles, agua tropical y muchísima vida acuática. Y siempre, en todo el mundo, mucho por aprender. En la puerta cerrada de un centro de buceo un cartel rezaba: “Gone to the Beach” y en la pared un mural que decía: Take only pictures Leave only bubbles Kill nothing but time De eso se trata bucear (y hacer safari también, ya que estamos en África): descubrir bichos (en el más cariñoso sentido de la palabra) en su hábitat y sin molestarlos. Como dijo el amigo de la comunidad, @duhauaxel: “amar (y respetar, agrego yo) a la naturaleza”. Por @solesantos2