Categoría: Bolivia

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«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Cabalgar kollas en llamas más allá de Chamaleo. He visto campos de coca brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tinwanacu. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de partir… a Angola.» (Premio para el que pueda explicar qué carajo significa esa oración) Acá ando ahora, viviendo otras experiencias en Angola. Pero esa será otra historia. El viaje desde una ciudad pequeña del interior santafesino hasta cualquier destino en el exterior, como siempre, es un parto. Tomarse algo a Rosario, de ahí algo a Buenos Aires, de ahí algo a Ezeiza. Y así. Como volé por Sky Airline, una aerolínea regional low cost, también hice tres escalas desde Ezeiza a La Paz. Básicamente es un bondi lechero pero arriba te dan un sandwich y bebidas, no muy diferente en el resto. Salí de Ezeiza, hice escala en Santiago de Chile donde me encontré con un entrañable amigo y tomamos unos cafés, boludeé en el aeropuerto Merino hasta las 7 de la mañana. Otra vez “arriba que nos vamos”, con escalas en Arica, Iquique, y finalmente La Paz. Impresionante el norte chileno: desértico, seco, por lo menos lo que se veía mientras bajábamos y los alrededores del aeropuerto un embole total. Deberían cerrar esas ciudades, mudarlas, o regalárselas a los bolivianos. También llegando a La Paz se ve el lago Titicaca, grande y hermoso. Si yo fuera el Evo le cambiaría el nombre, no va con la pinta del lago. Hablando de nombres de mierda, se me ocurrió pensar que éste influye muchísimo en el devenir histórico de pueblos, imperios o ciudades. Me los imagino a los conquistadores españoles, eligiendo atacar de acuerdo a la sonoridad de esos nombres. Por ejemplo: si vos fueras un Adelantado atacarías a los Tehuelches o a los Diaguitas? Los primeros tienen un nombre con una resonancia viril, la T y la CH prácticamente son golpes, de hecho acabo de escribir esa palabra en la notebook y sonó como en una Olivetti de las viejas!. No revisé el cómic Cabo Savino, pero estoy seguro que es la onomatopeya para un golpe de boleadoras en el marulo de un fortinero. En cambio… Diaguitas… No me extraña que apenas haya rastros de esta tribu, que a causa de ese nombre deben haber sido barridos al toque. Otros nenes también los AZTECAS…. Aztecas…. El mismo nombre ya impone respeto!. ‐ Capitán, nuestro señor ha dado la orden de atacar la ciudad de Tenochtitlan. El pérfido Moctezuma ya anda con sus gentes cerca de aquí, todos sus Calpullis en pie de batalla. Forman con él las huestes de los señores de Mazatlan, Coatzacoalcos y Tochtlan. Ni que hablar que también están los guerreros Jaguar de Nezahualcoyotl. ‐ Qué es un calpulli? (se ilusiona el capitán). ‐ Son los regimientos de esos guerreros jaguar, águilas, etc. Y el capitán, que era valiente pero no boludo: ‐Dejaos de joder, mejor ataquemos a los Diaguitas de la fortaleza de Atamisqui.   Bien por el capitán, sabia decisión. Esto era un guerrero Jaguar, que debía matar uno de esos bichos para ser admitido en este cuerpo de élite: De nuevo por si no es claro. Además de los guerreros éstos que peleaban mano a mano con jaguares, los mexicas tenían a los guerreros águilas: Y acá están los diaguitas, pobres ángeles….     Me fui al carajo, desde el lago Titicaca hasta cualquier lado.   La Paz La Paz, una ciudad muy linda. Me sorprendió lo bien que se veía. Las calles impecables, limpias. Flores en los canteros, orden. Lo único que me resultó exasperante es el sosiego de la gente. Muy amable, con esa rusticidad y paciencia que te da el altiplano, pero demasiado lento todo. Por suerte fui a un hotel como la gente, que de haber sabido lo que me esperaba en Mayaya hubiera arrasado el minibar y me hubiera pegado un baño de inmersión de 4 horas mínimo. Lamentablemente no fue así. Después de más de 36 horas de dormir en colectivos y aviones no sabía si me había apunado o simplemente estaba fusilado. De todas maneras no iba a perderme caminar la ciudad, así que me fui hasta la Basílica de San Francisco, en la plaza del mismo nombre. Vi que al lado del templo había un museo abierto, así que me mandé y empecé a recorrer el patio. Es un antiguo convento convertido en centr cultural, nada mejor para visitar La Paz antigua.   Luego de un par de fotos, me enteré que lamentablemente el museo no fue socializado por Evo como me imaginé al principio, ya que una chola de gesto adusto me informó que tenía que pagar. Dado que no tenía bolivianos me fui, dejando para otra oportunidad la visita. Caminé por una callecita lateral donde venden artesanías y me metí a un café. Al otro día, me vino a buscar Pepone, un personaje de los más interesante. Ingeniero geólogo, trabajó en la minería de diferentes minerales cuando pudo hacerlo, y cuando cambiaban los vientos políticos se dedicaba a otra cosa. Muy buenas anécdotas, como una vez que relevando con un colega en plena selva un yacimiento de asbesto durmieron arriba de unas chapas de amianto, para darse cuenta al otro día que debajo de las chapas había un nido de escorpiones. Un tipo de lo más lúcido, había que llevarle el tranco a través de los caminos barrosos de las explotaciones pese a sus 73 años, y manejando esa ruta infernal de Caranavi a Mayaya con tanta soltura que parecía fácil. El camino desde La Paz a Mayaya es bastante tortuoso y complicado, pero con unos paisajes impresionantes. Entre Teoponte y Caranavi directamente es una huella entre riscos, ya que están ampliando la Ruta Nacional 26 para permitir la explotación en campos petrolíferos mucho más al norte. Hay que armarse de paciencia y rezarle al conductor. En La Paz la ruta arranca a 3.800 mts de altura sobre el mar, con

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