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Alemania: el país más lindo del mundo

Cuando hoy surgió el post Italia: el país más lindo del mundo pensé.. NO. Y con valentía me enfrento a aseverar que el país más lindo del mundo es, para mí, Alemania. Mi romance físico con Alemania comenzó hace cinco años. Mi primer viaje a Europa. Una semana en Berlín. Una semana en Berlín me bastó para enamorarme perdidamente del idioma, la cultura, la idiosincrasia, LA COMIDA, la arquitectura, la infraestructura y todo. Todo me gusta. No conozco una ciudad fea. Estuve en más de 20. Ni siquiera Duisburg, a la que le tenía cero fe por ser industrial. Desde mucho antes admiraba la cultura, la historia, los cuentos medievales. Para un diseñador Alemania debería ser TODO. Le debemos a Gutenberg, a Dürer, grandes responsables de la existencia del diseño como tal; a la Bauhaus, emblema del diseño del siglo XX. El diseño alemán es todo lo que está bien en el diseño. Una semana en Berlín me alcanzó para saber que iba a necesitar volver siempre. Y siempre estoy necesitando. Y siempre que me pregunto «dónde quisiera estar ahora?» La respuesta es siempre la misma. Quizás varía la ciudad. Berlín no es sólo Berlín. Berlín + Potsdam es el encuentro con la riqueza Imperial. Sus majestuosos palacios se construyeron principalmente durante el período de Federico el Grande. Sanssouci, un emblema del Rococó, la Orangerie y el Palacio nuevo -del cual poco quedó original posguerra, son monumentos impresionantes que dejan sin aliento a los visitantes. Luego de la guerra, mucho de la ciudad quedó devastado -algo que pasó en casi todo el territorio- pero todo fue reconstruido con la precisión alemana, al punto de que si no te dicen nunca te darías cuenta que grandes partes  tienen, en realidad, no más de 20 años.   Hablar de Berlín en una línea es prácticamente imposible: cosmopolita, multicultural, abierta, alternativa, con más de 170 museos atrae a artistas de todo el mundo.   El segundo viaje fue Münich, Stuttgart, Frankfurt, Mainz, Köln, Hamburgo y Berlín, de nuevo, porque no habíamos conseguido entradas para la cúpula del Reichstag el año anterior. En esa oportunidad llegué a Bavaria por primera vez, me enamoré de seguramente el paisaje más hermoso del país y conocí Neuschwanstein. También, el espíritu fierrero me llevó a descubrir los museos de autos más importantes del mundo: BMW Welt en Münich, Porsche y Mercedes Benz en Stuttgart. El museo de Mercedes es, seguramente, el más impresionante y completo en su tipo, y además, un gran orgullo como argentinos: en la puerta te recibe una estatua de Fangio, y entre las joyas se encuentra el primer colectivo de La Perlita. Este viaje me permitió también conocer la ciudad que definitivamente elegiría para vivir: Stuttgart. La capital del estado de Baden-Wurtemberg -cuna de entre otros famosos, el múltiple campeón Michael Schumacher-, puerta de entrada a la Selva Negra, tiene unos 600 mil habitantes. Y más de 20 líneas de metro/tram. En transporte, nunca vi algo igual. El centro financiero del país, Frankfurt, me emocionó con el skyline más lindo de la región. En Mainz conocí el museo de Gutenberg donde se encuentra el ejemplar original de la Biblia de 42 líneas, con la que comenzó la historia de la impresión. La sensación de ver eso en vivo no la olvido nunca más. Köln, famosa por su puente y su Catedral de estilo gótico -que fue el edificio más alto del mundo hasta 1884- y es hoy en día la iglesia gótica más grande de Alemania y la Catedral católica más alta del mundo. Según la tradición, dentro de se encuentran las reliquias de los Tres Reyes Magos, que fueron traídas por Federico I Barbarroja en el S. XII. La Catedral de Ulm, por su parte, es la iglesia más alta del mundo. Hamburgo, el mayor puerto de Alemania y el segundo de Europa -detrás de Rotterdam- es una ciudad increíble. Alberga, además, Miniatur Wunderland, la mayor exposición de trenes móviles a escala del mundo. Con más de 11 mil metros de vía a escala y 4 mil metros cuadrados de superficie total,  contiene 900 trenes con un total de 12.000 vagones, 300.000 luces, 200.000 árboles y 200.000 miniaturas humanas, y hasta un aeropuerto funcionando con aviones que despegan y aterrizan. Además, se puede ver el paso de las horas, el día y la noche, y es un espectáculo único. La carrera de los Beatles se inició en Hamburgo. El año siguiente fue el turno de Leipzig, Dresden, Bremen , Hannover y Düsseldorf. Luego vendrían Schwerin, Lübeck, Duisburg, Darmstadt, Dortmund, Heidelberg, otra vuelta por Stuttgart con paseo por la Selva Negra y pueblos del Rin como Bacharach y St. Goar. Finalmente, Koblenz, Cochem, Trier, Nüremberg, Rothenburg ob der Tauber, otra vez Neuschwanstein (para verlo con sol), Friedrichshafen y todo el lago Constanza. Y hay lugar para muchísimo más. Alemania tiene: Los pueblos medievales más felices del mundo Con música por todas partes, un ambiente ameno y la sensación de estar en otro siglo, como Cochem, Bacharach.   Cochem ♥ pic.twitter.com/qObiaIjCKX — ladipalma (@ladipalma) December 17, 2016 Cochem ♥ pic.twitter.com/7hpqv2OZ0g — ladipalma (@ladipalma) December 17, 2016 Rothenburg ob der Tauber, la ciudad medieval mejor conservada del país, y también sede oficial de la Navidad. Más de 12 mil lagos. Entre ellos, el Lago Constanza Bodensee con 536km2 comparte frontera con Suiza y Austria y es, sin dudas, de los más lindos de Europa. Una ruta de Castillos única en el mundo La ruta del Rin romántico, con más de 50 años de historia, permite cruzar más de 70 entre fortalezas y castillos desde Mannheim (Alemania) hasta Praga, República Checa, en unos 1000 km. Entre los más importantes, se destacan: Stahleck en Bacharach am Rhein (hoy se puede dormir en este castillo ya que es un Hostel), el Castillo de Heidelberg, Hornburg, Neckarsteinach, Bamberg, Kulmbach y  Bayreuth. En las cercanías también se encuentran, el Castillo de Eltz (Koblenz), Drachenburg (Köln), Reichsburg (Cochem), Hohenzollern (Stuttgart) y el más famoso del país: Neuschwanstein. En el noroeste, el

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Italia: el país más lindo del mundo

Obviamente sobre gustos no hay nada escrito pero para mí, Italia es el país más lindo del mundo para hacer turismo y voy a argumentar. Fui cinco veces a Italia. En las dos primeras hice lo típico: Roma – Florencia – Venecia. La tercera fue increíble: Milán – Lago de Como – Portofino – Cinque Terre- Toscana (incluyendo Lucca, Siena, San Giminiano, 5 pueblitos más y terminando en Florencia). La cuarta maravillosa: Bologna – Lago di Garda – Bolzano – Padova – Vicenza – Venecia. En la quinta recorrí a fondo Sicilia y volví a Roma después de mucho tiempo. Además le agregué un toque en dos pueblitos increíbles cerca de la Toscana: Orvieto y Pitigliano. Por qué creo que es el país más lindo del mundo? Por estas razones: Tiene paisajes maravillosos y muy variados y todos recorriendo muy pocos kilómetros. Por ejemplo, en pocas horas podés salir del Lago di Como que es como estar en el sur Argentino pero (para mí), mejor…   Llegar al Mediterráneo a uno de los lugares más maravillosos del mundo como Cinque Terre, o Portofino donde se dan uno de los paisajes de mar más bellos de la tierra. Seguís viaje menos de una hora y estás en la Toscana con uno de los paisajes de campos más lindos del mundo, por sus ondulaciones, sus colores y sus siembras. Y en el mismo lugar encontrarte con elevaciones cuyas cimas albergan pueblos de 1500 años de antigüedad perfectamente conservados que ofrecen vistas inolvidables. Es decir, haciendo menos kilómetros que de Buenos Aires a Mar del Plata, pasaste por los Alpes y lagos, uno de los mejores mares, campos increíbles y colinas soñadas. Insuperable.   Es uno de los países más ricos en lo que hace a cultura y arte No es necesario explayarse sobre El Renacimiento. Nunca sucedió nada igual en la historia de la humanidad con el arte y todo sucedió en un mismo lugar: Italia. Es uno de los países donde se come más rico en todo el mundo No es sólo cuestión de Pizza y Pasta y Helado. Es cuestión de ingredientes y de variedad (pasa lo mismo que con los paisajes, en pocos kilómetros de distancia se comen comidas distintas y cada cosa es más rica que la otra). Las ciudades grandes Roma, Florencia, Venecia, Milán, Nápoles, Siena, Verona, Bologna y me olvido de tantas. TODAS maravillosas, ya sea tan solo para caminar sus callecitas o para apreciar su historia, su cultura, su todo. Los pueblitos Probablemente sea el país con más cantidad de pueblitos maravillosos y soñados. Para nombrar solo algunos: Bellagio, San Giminiano, Sirmione, Assisi, Positano (y la lista puede ser infinita). La infraestructura Las rutas y autopistas unen todo el país y son impecables. La red de ferroviaria te lleva a dónde gustes y si estás apurado vas en avión de donde sea a donde sea. Los italianos Gente amable, divertida, extrovertida, gentil con el turista y solidaria. La arquitectura Viajar a Italia es viajar en el tiempo. Por suerte las grandes guerras no destruyeron las ciudades como pasó en otras partes de Europa y por suerte los Italianos se ocuparon se conservar en buen estado toda su historia. No hay pueblo sin callecitas que te transporten al Imperio Romano o la Edad Media. Sumado a que El Renacimiento no solo fue cuestión de pintura y escultura sino también de arquitectura e ingeniería. El clima Tiene las 4 estaciones con inviernos que no son terribles (incluso yendo al sur en invierno se puede llegar a estar con poco abrigo) y veranos que no agobian. Además, la mayor parte del país tiene muchos días de sol al año. Por ejemplo, viajando a Italia la segunda quincena de septiembre es casi imposible que no te toquen días lindos. Los intangibles A veces alguien tiene todo lo objetivamente bello pero no hay piel. NO ES EL CASO CON ITALIA. Es imposible llegar y no sentirse a gusto, es imposible no sentirse como en casa, es imposible que no haya química.   Obviamente aparecerán excepciones: personas que no tuvieron química, personas que fueron maltratadas por italianos, personas a los que les llovió todo el día, etc. Todos esos serán las excepciones que confirman la regla.      

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New York City 2000 – El mundo cambió

En febrero del año 2000 tuve la oportunidad de pasar tres semanas en New York. Un viaje que hoy no se podría repetir, por varias razones. Para empezar, subí al avión con una pasta de dientes, algo que hoy está prohibido por los peligros que conlleva. De hecho una vez un amigo rellenó uno con wasabi. Otros motivos por los que ese viaje sería irrepetible: fumé en el aeropuerto, ingresé a los EEUU sin visa, fui a una fiesta en el piso 106 de las Torres Gemelas e incluso, en el vuelo de regreso hice algo por lo que hoy sería ultimado a balazos en el acto: luego de pasar tres veces por el detector de metales sin poder evitar que ese endemoniado aparato dejara de chillar a pesar de haberme quitado el cinto, el aro, un pin, el reloj y todo lo que llevaba en mis bolsillos, le comenté al policía: “No sé, debo haberme tragado una bomba”. Se rió. El viaje fue bastante extraño: durante casi toda mi estadía dormí en un garaje junto a otras 22 personas. Fue el hostel más económico que pude conseguir en la gran manzana, el “Chelsea Center”, en la 22st y la 7ª Av. Sólo alterné mi estadía de rata subterránea para -de forma bastante inesperada- pasar la noche en un lujoso semipiso cerca del Central Park con una mujer algo más grande que conocí en un bar al que había ido con mis amigos hosteleros. Por el resto, nunca dejé de ser un turista pobre. De hecho solía comer en la calle, ya que el poco dinero del que disponía lo usaba para ir a algún bar y con suerte ver alguna banda de jazz o blues tocar en vivo. En una de esas noches me tocó ver en vivo a Al Di Meola en el Blue Note. La temática no podía ser mejor: Homenaje a Piazzola. El lugar estaba repleto de cincuentones de mucha plata en las mesas y algunos jóvenes como yo, mirándolo desde la barra. La banda de Di Meola era tremenda y tocó muchos temas que él había escrito para Piazzola –al que nombró varias veces como “mi amigo Astor”-, cerrando el show él solo con su guitarra haciendo una versión emocionante y desgarradora de Adiós Nonino. Después del show me quedé charlando con alguno en la barra y me terminé mi Guinness ya caliente. Salí a fumar un cigarrillo a la calle, y el amigo de Astor estaba en la puerta conversando con sus músicos. Se me acercó y me ofreció una moneda de 25c a cambio de que le convide un Camel. Hicimos trato. No estaba como para andar regalándole cigarrillos a nadie.   Durante el día, caminaba. Caminaba, caminaba y caminaba. Mucho y por muchos lugares, mucho tiempo, muchas horas. El frío helaba esos dos centímetros cuadrados de cuerpo que no había conseguido tapar. A pesar de haberme criado en Bariloche, nunca en mi vida había sentido tanto frío. En algún momento llegué a pensar que tanto las bajísimas temperaturas de invierno como el exceso de calor en verano, son los que en verdad convirtieron a los neoyorquinos en los seres más consumistas del mundo. Yo mismo me descubrí entrando a un negocio con la excusa de husmear un poco, sólo porque ya no soportaba el frío. Y salí con una remera que no necesitaba. En una de las caminatas junto con un chileno –compañero del hostel- y una española residente que habíamos conocido en la fiesta de las Torres Gemelas, cruzamos el puente de Brooklyn. El viento te volteaba. La temperatura ahí debía estar como 10 grados menos que en el resto de la ciudad. A mitad de camino nos quedamos mirando desde ahí la estatua de la Libertad. Desde lejos y en medio de la grandeza de la ciudad, se la veía mínima. Como una diminuta muñeca de porcelana en medio de un aparador repleto de grandes trofeos. Mi comentario fue el de tantos otros la primera vez que la ven: “Me la imaginaba más grande”. La chica española me respondió: “Si… es la síntesis de la libertad americana: parece enorme, pero cuando vives aquí notas que no es tan grande como creías”. Ella trabajaba en una de las oficinas de las Torres Gemelas. Ni me acuerdo su nombre, pero desde el 2001 me pregunto si seguirá viva o no. En otras de mis caminatas, recorría el lower Manhattan con mi gamulán negro, gorro de lana, y un importante aspecto desarrapado, cuando me encontré con un grupo de tipos jugando hockey sobre patines en una cancha de cemento. De no haber estado ubicada en ese lugar, bien hubiera pasado por una canchita de fútbol 5. Uno de los jugadores vestía el conjunto completo de algún equipo profesional: buzo oficial, pantalón oficial, casco oficial, guantes oficiales… todo en un color verde oscuro y blanco. Los futboleros sabemos que el que va a jugar un picado con el equipo completo generalmente es un burro. Pero este tipo no jugaba mal. Y a pesar de ser muy alto, se le veía bastante agilidad para moverse. Físicamente se parecía mucho a Tim Robbins, que lo tenía presente por interpretar a aquel productor de Hollywood de una de las mejores películas Robert Altman: The Player. Días después, hojeando una revista estilo “Paparazzi” que había en el hostel, me encontré con una pequeña foto de ese mismo tipo, vestido con la misma ropa, parado en el mismo lugar y un epígrafe que decía algo así como “Tim Robbins, playing Street Hockey in Manhattan”.   Volví siendo otra persona de ese viaje iniciático por NY. Nadie vuelve igual después de visitar una ciudad así por tantos días. En ese tiempo viví muchas otras historias que podría seguir contando. Cómo volver con un disco autografiado de AC/DC  y haberle dado la mano a Angus sin que me baje la presión, visitar un club nocturno de strippers donde un tipo le tiraba fajos de ¡de $50 y $100 dólares a

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Mi Hermana Paola

Lo que a Paola le gusta de Clyde: -Los domingos a la mañana, cuando Clyde se despierta a las 7 para pasarse a su cama a dormir hasta las 10. -Que cuando come, baila. -Que no es chusma, no lleva ni trae chismes y no habla mal de nadie. -Como le brillan los ojos de admiración, de entender que Clyde tiene qué enseñar.   Lo que a Clyde le gusta de Paola: -Cómo toda la vida se comió el último bocado de su comida, el Más rico, obvio. (Moraleja: no hay que dejar las cosas para después.) -Como vive la vida con decisión. -Como todo parece chuparle un reverendo huevo. -Cuando le frota la cara contra la suya, saludándola como se saludan los perritos. -Cuando le brillan los ojos de admiración, de entender que Paola tiene qué enseñar.   No voy a llenarlos de suspenso para después romperles el corazón, ¿Que manera de empezar una relación sería esa? Mi hermana Paola ya no está más. Falleció el 22 de Noviembre del 2014 a los 37 años tras una larga lucha contra el cáncer. Una lucha que claro, fue un poco mía también. Un poco de todos. Que incertidumbre la muerte, ¿no? Todavía me acuerdo muchos de los detalles del día en que murió mi papá. Uno de ellos es a mi hermana Paola diciendo: «Me siento muy muy triste, pero ya no tengo tanto miedo de morirme» Por mi cabeza pasaron cosas como «¿Qué puedo hacer yo para que la muerte, su muerte, no sea TAN chota?» Porque si alguien paso por lo mismo que yo, y le tocó acompañar a un ser amado durante una enfermedad terminal, sabe que lo más recurrente es la impotencia… saber que no podes hacer nada frente a esa injusticia que les tocó. Las dos palabras claves son esas: impotencia e injusticia. Por suerte la acompañé mucho, hasta tuve los famosos dolores de simpatía, me dolía la pierna en el mismo lugar que a ella. Tal vez era culpa ¿Por qué le tocó a ella? Los dos últimos años anteriores a su muerte fueron terribles, y aunque teniendo fe en que algún milagro iba a llegar tarde o temprano, nos apuramos a vivir un poco. Nos fuimos a pasar Navidad a Italia, año nuevo en París y después dos semanas a Tailandia. De reventón! Ella, mi mamá y yo. Un viaje que mi mamá sigue agradeciendo haberse tomado el tiempo de hacer… uno nunca sabe cuando pueden pasar las cosas, cuando puede pasar la muerte, hablando con más precisión. Disfrutamos un montón. Ella era así, esperaba estar mejor para poder rajarse para algún lado, sola a Rio, con amigas a Miami, colada con dos tipos que se iban a jugar al golf a Escocia. No le importaba nada. Mi mamá y yo teníamos que trabajar, así que nos volvimos de Tailandia a los 15 días. Paola de Tailandia se fue a Malasia, Singapur e Indonesia para después volver a Italia a visitar a una amiga. En Italia quedó internada y como querían operarla de «apendicitis», sabiendo bien de que se trataba, se negó, se escapó del hospital y volvió en un avión tirada en el pasillo, donde fue atendida al grito de «hay un médico a bordo?» y pudo hacerse de unos calmantes para aguantar el viaje. La definía bastante bien el buen sentido de la palabra «atrevida». Derecho a la clínica, por una décima operación de cáncer de colon. Nos dieron la noticia de que no pudieron hacer nada, estaba toda tomada. Empezaba la cuenta regresiva… nos habían sacado de la lista de espera de los milagros.   Ay, Mi hermana Paola! Ella era 12 años mayor que yo. Hablábamos de todo, de lo lindo y de lo feo, de lo fácil y lo difícil, de la vida y de la muerte. Impotencia. ¿Que podía hacer yo? Un día le pregunte cómo quería que sea… No quería velorio, quería que sea una ceremonia tranquila, en un lugar lindo. Le conté cómo me lo Imaginaba yo, le dije que íbamos a inflar globos de su color preferido (azul) con helio y los íbamos a soltar, le dije que íbamos a cremar sus restos y que con ellos íbamos a escribir una historia de amor entre todos los que la queremos tanto, y que íbamos a asegurarnos de que siga viajando. Mi mamá y mi tía Lucy llevaron parte de sus restos a Cafayate, donde están los restos de mi papá. Eso le dio mucha paz a mi mamá, que tanto la necesitaba. El primer lugar donde yo me despedí, fue en Tulum, no puedo explicarles la mezcla de dolor con alegría que eso me hizo sentir. Después viaje con mis dos amigas de oro, que nos acompañaron siempre incondicionalmente a Perú, y la dejamos descansando en la mismísima paz del templo de Machu Picchu y las salineras de maras. La dejé ir en pont des arts, ese puente en París que está lleno de candaditos que ponen los enamorados en un intento de sellar el amor para siempre. La deje ir un poco más bajo la torre Eiffel, y también en Venecia, donde alguna vez habíamos estado juntas. Mi novio, Marcelo, manejo 1600 km en dos dias, para que podamos encontrarnos con la mejor amiga de mi hermana en Italia, y poder despedirnos cerca de su casa, para que siempre la sienta cerca. En roma fuimos a la misa dominical y el papa Francisco bendijo la cajita donde llevo siempre las cenizas de mi hermana. Decidí traerlas a casa y para el aniversario de su muerte nos juntamos todos a comer algo, cavamos un pozo, tiramos las cenizas que bendijo el papa adentro y plantamos un árbol. Una gran amiga de Marcelo, me invitó a Indonesia (todo pago) y me ayudó a escribir un poco más de esa historia de amor. Hoy sus restos también descansan en Borobudur, un lugar del que se enamoró y al que quería volver.   ¿Si falta algo? Ciertamente Me falta llevarla cerquita

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Mi Primer Viaje a Europa no fue muy convencional

Cuando pienso en el «Mi Primer Viaje a Europa» de alguien imagino cosas típicas como un París, Roma, Londres, Barcelona, Madrid, Florencia, Venencia y las ciudades más típicas. Especialmente si ese viaje ocurrió en la década del 80 donde viajar a Europa era más o menos lo mismo a lo que hoy sería viajar a a la luna. Mi primer viaje a Europa fue el 2 de febrero de 1987. Tenía 14 años. Es increíble como yo, que no me recuerdo la fecha ni de mi propio cumpleaños, recuerdo las fechas de inicio de mis viajes. Pero ni siquiera recordaba a qué lugares fui en ese viaje, solo recordaba haber estado en París. Entonces le pregunté a mi papá las ciudades que recorrimos y me llevé una sorpresa. Mi primer viaje a Europa fue: Paris – Lucerna – Madrid y Granada. Me parece un recorrido super extraño y para nada convencional, en especial habiendo sido el primero. Por qué Lucerna? Por qué de Lucerna a Madrid y no, por ejemplo, al norte de Italia que está bastante más cerca? Por qué de Madrid a Granada y no Barcelona? o Sevilla? Tengo algunas respuestas a estas preguntas y también, algunos recuerdos de esa primera experiencia con el continente que más me gusta de todo el mundo y al que siempre deseo volver. PanAm En la década del 80 PanAm era una de las aerolíneas más grandes del mundo (hoy es un ícono vintage) y vendía un paquete loquísimo que se llama «El triangular». Por apenas us1200 sacabas un pasaje que iba de Buenos Aires a New York o Miami, podías bajar allí y luego incluía otro tramo entre una ciudad de USA y una de Europa, y no sólo eso, desde Europa podías ir a Medio Oriente y luego volver por cualquier otra ciudad de Europa y luego a otra ciudad de USA y luego de regreso a Buenos Aires. Nuestro viaje completo fue: Buenos Aires – New York – Paris- Tel Aviv – Paris – Lucerna – Madrid – Granada – Paris – Miami – Orlando – Miami – Buenos Aires. UNA LOCURA!!!!! Es decir, por us1200 PanAm te permitía dar la vuelta al mundo (así es que fundió). Ideal para la clase media a la cual le era casi imposible subir a su familia arriba de un avión. Recuerdos Despedida en Ezeiza Creo que unas 15 personas nos vinieron a despedir en Ezeiza. Para los jóvenes esto les debe resultar gracioso y ridículo pero los mayorcitos sabrán de qué hablo. Imaginen que cada viajero llevaba al menos 10 personas a Ezeiza para la despedida, el Aeropuerto explotaba de gritos, de calor, de llantos, de alegría. En ese entonces, en el llamado «Estuche» de Ezeiza había una escalera mecánica finita que salía del medio del salón y te llevaba a migraciones. Era la escalera al cielo. Era la escalera soñada. Era la escalera de los afortunados. Era tan angosta que se subía de a uno. Todos los familiares y amigos que no viajaban quedaban abajo viendo subir al afortunado. El viajero iba subiendo mirando al público y saludando con la mano a la hinchada desaforada. A veces se aplaudía. Incluso los familiares ajenos aplaudían. Todo un espectáculo, visto a la distancia da un poco de verguenza. Pero ese momento subiendo la escalera era soñado. Y así lo fue en mi primer viaje a Europa. París Tengo pocos recuerdos de París en ese viaje. Recuerdo que paramos en el Barrio Latino. Recuerdo que se estaba jugando uno de los torneos de Rugby tipo 6 naciones y que la Selección de Gales paraba en el mismo diminuto hotel y que a la noche estaban todos borrachos golpeando las puertas de las habitaciones. Recuerdo que el ascensor del hotel era para una sola persona. Recuerdo frío, e incluso nieve. París en ese viaje me trae recuerdos de algo oscuro. Tal vez porque a las 4 de la tarde ya era de noche. Lucerna Me enamoré de Suiza en ese viaje. Me enamoré de viajar en tren entre las montañas verdes y nevadas. Me gustó tanto Lucerna que quise volver y volví. Creo que fuimos muy afortunados en que nos tocaron 2 días a pleno cielo azul. Pienso en la locura de ir en tren de París a Lucerna para estar 2 días y de ahí viajar un día entero en tren (o más) para llegar a Madrid. Inexplicable (tendré que interrogar a mi papá sobre el tema). Primer mundo En New York habíamos comprado una cámara de fotos, la cámara de fotos con la que registraríamos todo el viaje. Al llegar a Lucerna y salir del hotel para pasear nos damos cuenta que olvidamos la cámara de fotos en el tren. Desesperados nos fuimos corriendo a la estación. El tren ya había partido hacia algún otro lugar del mundo. En la oficina de objetos perdidos nos pidieron la descripción de la cámara y nos dijeron que volviéramos en la noche. Nos fuimos a pasear hasta la cima del monte Pilatus. No tenemos una foto de ese paraíso terrenal. En la noche fuimos resignados a la estación de tren y allí estaba nuestra cámara. El guarda del tren la encontró (era super moderna, creo que rebobinaba el rollo de manera automática), la llevó a la oficina de objetos perdidos en Roma. De Lucerna dieron aviso y la enviaron de regreso en otro tren. La teníamos de nuevo entre nosotros. Ese día conocí el primer mundo. Madrid Casi no tengo recuerdos de Madrid en ese viaje. Sólo recuerdo que un taxista nos estafó y que me quedé con la sensación de que estaba de regreso en Argentina y eso me deprimió. Granada Por qué fuimos a Granada? a mi papá le encantan las montañas. Eso explicaría Lucerna y Granada. No recuerdo nada de Granada salvo que me escapé de mis padres en La Alhambra y luego recibí castigo. La vuelta Entre Granada y el regreso a Buenos Aires luego de un mes y medio

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Navidad Imperial 2014 – Parte 1

Claramente el viaje anterior que había hecho con mis viejos había calado hondo en mí. Un bichito me había picado uno q me decía que viajar en esas fechas “prohibidas” en la que los parientes te juzgan porque preferís hacer “un viajecito” a verlos para las fiestas era posible. Mi amor por la excesiva planificación me llevo a ponerme a soñar viajes y analizar cómo podía maximizar mis días de vacaciones (la c*gada de ser un triste asalariado) me llevo a definir las fechas, me iría un mes, desde el 28 de Noviembre al 28 de Diciembre festejando navidad fuera del país. Pasaron los meses de calor la gente que se iba de vacaciones volvía y yo, con la fecha fija aun no decidía el destino… me puse a filtrar mentalmente que dado q me iba en navidad, lo ideal, sería pasarla en un país de raíces cristianas para disfrutar del acontecimiento. En ese instante quedó descartado Asia dejando al Viejo Continente como un faro que brillaba en el planisferio. Ya en abril con muchas opciones barajadas me cruce con 2 cosas, por un lado una mega promoción de Turkish y por otro lado el sitio www.seat61.com, el mejor web site para viajar en tren por Europa, en la que comentaban que era posible ir en tren desde Londres a Estambul en tan solo 4 días… Los planetas comenzaban a alinearse… Llegó julio y la gente ya estaba aburrida de escuchar las diferentes variantes que analizaba para el viaje hasta que mi mejor amigo, temporalmente exiliado en Venezuela me dijo… “Me puedo sumar?” al instante me encantó la idea de sumar gente al viaje y aunque parezca raro el famoso “lo dice uno lo dicen todos nunca fue tan vigente”, a la semana eran 7 los interesados en sumarse a mi viaje fuera cual fuera. Obviamente siempre aparecen los “se me complica” “no me dan los días” y terminamos siendo un número lógico de 4 personas. Teniendo total libertad por parte de mis compañeros de viaje me decidí a pulir toda la planificación, hacer las guías de cada lugar a visitar con pequeños recortes de Lonely Planet, Wikipedia y Foros. Los días fueron pasando y las hojas se fueron apilando… ya para fines de septiembre estábamos listos, el itinerario estaba cerrado sería un poco de Turquía para luego volar a Colonia y volver por tierra hasta la ex Constantinopla. Estambul Llegó el gran día, nos juntamos en Ezeiza cada uno proveniente de su trabajo listos para embarcarnos a la aventura (?). Las 16 horas de vuelo se hicieron llevaderas, se comió bien, el entretenimiento a bordo fue bueno y variado, la distancia entre asientos era buena peeeeeeeeeeero peeeeeeeeeero en el tramo Buenos Aires – Sao Paulo SE OLVIDARON DE PRENDER EL AIREA ACONDICIONADO!!! Lo q transpire esas 3 hs no tuvo nombre!!! Llegamos a Estambul por la noche, nos quedamos por la zona del “Cuerno Dorado”, cansados como estábamos decidimos salir igual a caminar (y a comer algo). A pocas cuadras del hotel estaba el Hipódromo, la Mezquita Azul y Santa Sofia. Que hermosos lugares por favor. Fue sorprendente ver tantos minaretes y espacios abiertos. Paseamos, sacamos fotos y luego nos fuimos a comer a un lugar donde nos ofrecieron comer “Testi Kebab”, un plato típico de Turquía en el que se cocina carne, cebolla, berenjena, ajíes y especias en una vasija de barro cerrada, una vez concluida la cocción se procede a romper el recipiente y servir, DELICIOSO la verdad, algo digno de ser probado. Luego de comer demasiado =) decidimos ir a acariciar las almohadas… estábamos muertos. Creo que fue una ciudad de sorpresas, si bien esperaba encontrarme con grandes Mezquitas y edificios monumentales, hubo varias cosas que me llamaron la atención. La ciudad tiene varias avenidas muy anchas con mucho tránsito, de esas q se te plantea la duda: “y acá como cruzo?”  y por otro lado callejuelas serpenteantes que suben y bajan por la topografía del lugar, calles muy al estilo napolitano en las que si estas caminando y pasa un auto sería muy recomendable que te pegues a la pared. La limpieza de la ciudad y la hospitalidad de la gente fueron las otras cosas que me llamaron la atención, era difícil encontrar papeles en el piso, y había constantemente barcos limpiando cuanto residuo encontraran y la gente que te cruzabas en el tranvía o en la calle te daban charla, se interesaban por uno, por saber q necesitábamos y si podían ayudarnos… la verdad grata sorpresa. Dentro de la región del Cuerno de Oro les puedo recomendar que visiten la Mezquita Azul, templo que lleva su nombre por las tejas azules, por dentro es un lugar amplio, con una decoración abstracta simple y a su vez avasallante. Santa Sofia, Iglesia cristiana que supo ser mezquita y hoy día es un museo, se paga una entrada pero creo q vale cada centavo. La Cisterna de la Basílica, la cisterna más grande de la ciudad, un lugar bajo tierra que tiene 150 x 70 m (aprox) llena de columnas que servía como reservorio de agua en la época de Constantinopla, en la base de una de las columnas hay una cabeza de Medusa, la cual pusieron boca abajo a fin de anular sus poderes (?) y evitar que los visitantes se conviertan en piedra. El Palacio Topkapi, morada del Sultán de todo el imperio otomano, tiene una estructura diferente a todos los palacios q conocí, con muchas partes abiertas, grandes salas, un edificio exclusivo para el harem y una vista de la parte norte de la ciudad INCREIBLE. El Parque Gulhane, que supo ser parte del jardín del Palacio, hoy en día funciona como parque público, se inicia detrás de Santa Sofia y desemboca frente al mar. Por ultimo no debe dejar de visitarse el Gran Bazar, un conjunto de calles y avenidas techadas y cerradas al tránsito que desde el 1500 ocupan algo así como 45.000 m2 y tiene más de 4.000 locales (Unicenter

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Enjoy Las Vegas

Desde que llegás te sorprende. Máquinas de juego por todo el aeropuerto. Las montañas a tu alrededor, la pequeña ciudad en medio del desierto que mirás para un lado están las pirámides de Egipto (hotel Luxor) pa otro y ves una mini New York (hotel New York), por otro te remontas a la antigua Roma (Ceasar Palace) o te sentís en París (Hotel Paris) con sus cafecitos y plazas. Así es Las Vegas.   La ciudad es pequeña pero deslumbrante. Podés encerrarte en los hoteles que en su mayoría tienen Casino y no enterarte si amaneció u oscureció. Podés ir a las piscinas que generalmente son una fiesta aparte. Habiéndonos hospedado en el Planet Hollywood la piscina era un mundo aparte. Sin conocerse los señores levantaban de la nada a upa a las señoritas y a la pregunta de » la tiro?» Las tiraban al agua. Mención aparte a la temperatura del agua ( helada) calculo que a propósito para despabilarte un poco de la borrachera q muuuuuchos tenían.     Si te cansás de la pile podías ir a caminar por el mall q está abajo del hotel con grandes marcas y con un techo que simula al cielo y hasta a la lluvia en determinados momentos!!!   Paseo obligado al atardecer caminar por la Srip así le llaman a Las Vegas Boulevard calle principal en la que se ubican los hoteles más importantes. Podés ir de un hotel a otro, entrar recorrer su lobby, casino, mall vas del Bellagio al Paris al Ceasar al Aria y todos los que quieras ya q no te cobran entradas.   Podés comer a la noche en algún resto sobre la Strip, para mi el mejor está frente al Bellagio viendo mientras comés su fabuloso espectáculo de aguas danzantes.   También tenés espectáculos nocturnos, algunos más económicos como el Tributo a Michael Jackson en el Hotel Esfera o el espectáculo más maravilloso de Las Vegas en el hotel Wynn «Le Reve» con una entrada bastante cara. Si te gusta comprar y barato es un excelente lugar. Tenes dos mall Premium Oulet con todas las marcas y excelentes precios.   Mención aparte la salida al Grand Canyon en helicóptero. Te vienen a buscar, te llevan al helipuerto y arranca la aventura que sale desde 350 dólares en adelante. Nuestra opción era con vuelo sobre Represa Hoover y bajar a comer en el Grand Canyon. Un lugar alucinante e indescriptible.     De ida y de vuelta súper recomendable el Centurión Lounge de LAS. ENJOY LAS VEGAS       Por @andymarrero

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Los músicos de Bremen

Cuando era chiquita no me podía dormir sin que mi mamá me leyese un cuento. Más o menos como a todos. Pero el tema es que quería siempre el mismo libro: Cuentos de Hadas de los Hermanos Grimm. Cuando el libro se terminaba, se lo hacía repetir. Hasta el hartazgo -de ella-, y la felicidad, mía. ¿Vendrá de ahí mi amor por Alemania y mi sueño de conocer Bremen? Los Hermanos Grimm fueron tres, nacidos en cuna burguesa en la ciudad de Hanau, Hesse, Alemania, hacia fines del 1700. Dos de ellos, Jacob y Wilhelm, si bien se hicieron célebres por sus recopilaciones de cuentos para niños, también lo fueron por la investigación lingüística y sus aportes en el estudio de la gramática y la historia de la lengua alemana. Los «Cuentos de la Infancia y del Hogar» –Kinder- und Hausmärchen-, conocidos más tarde como «Cuentos de Hadas de los hermanos Grimm», fueron una recopilación de historias de la tradición oral alemana publicadas en dos volúmenes en 1812 y 1815. Entre ellos se encuentra «Los músicos de Bremen». Y supongo que de ahí Bremen quedó en algún lado de mi inconsciente, tapado por la adolescencia y la Universidad, hasta la hora de ver incansablemente el mapa de Alemania y redescubrir ese nombre que estaba tan guardado en mi memoria. Bremen es una ciudad de ensueño. Una aldea del medioevo remasterizada con música por todas partes. Desde la famosa escultura de sus músicos emblemáticos, la plaza del mercado, las callejuelas medievales, la Catedral, la ribera del Weser y un ambiente animado y alegre. Bremen se siente a distención.. con el ánimo despreocupado, casi musicalmente, se mueven los peatones a través del centro histórico y las diferencias entre las construcciones antiguas y modernas parecen convivir en paz. El máximo símbolo de Bremen, o el que seguramente todos buscamos siguiendo las andanzas de los Hermanos Grimm, se encuentra al costado de la plaza principal -marktplatz- al oeste del Ayuntamiento: la escultura de los animalitos músicos, que fue realizada en el año 1953 -bastante moderna por cierto. Los músicos de Bremen eran cuatro: un burro, un perro, un gato y un gallo, cuyos dueños consideran que por su vejez ya no son útiles más que para consumir comida y deciden sacrificarlos. A todo esto.. hermoso cuento para niños, ¿no? Cada uno de ellos logra huir de sus respectivos dueños y se encuentran casualmente en camino a Bremen, donde sueñan con convertirse en músicos. La plaza central cuenta con la también famosa Estatua de la Libertad de Roland de Bremen, símbolo desde 1404. En 2004 fue nombrada, junto al Ayuntamiento de Bremen -uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótica de Europa-, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La estatua original era de madera, pero en 1366 fue quemada por unos guerreros. De ahí que en 1404 se colocó la actual, que es de piedra. Napoleón se la quiso llevar como trofeo durante la ocupación francesa, sin embargo, los ciudadanos lo convencieron de que tenía poco valor artístico. La leyenda dice que la ciudad permanecerá libre e independiente siempre que la estatua se mantenga en pie. Por esta razón, el ayuntamiento guarda en su sótano una réplica exacta, que podría utilizarse como reemplazo en el caso de que cayera la original. En la misma plaza, se encuentra también la Catedral, dedicada a San Pedro, que es de credo Evangélico, de estilo gótico primitivo del Siglo XIII, cuenta con cinco órganos. Además, cuenta con un claustro con una escultura dedicada a Santiago Apóstol, porque Bremen se encuentra en el Camino de Santiago de esta zona de Europa. Caminando desde la marktplatz, llegamos al barrio de Schnoor -en alemán, cordón/cinta, por tratarse de un enjambre de casas como atadas-. Es el barrio más antiguo de la ciudad: antigua sede de marineros y mercantes, hoy es lugar de tiendas y artesanos. La estrechez de las calles que imposibilitaba el tránsito, junto con la antigüedad de las casas, hicieron que esta zona durante el siglo pasado fuese un barrio pobre. Sin embargo, en los años 60s se comenzó a rehabilitar, conscientes del valor histórico, hasta convertirse en lo que es hoy: un lugar imprescindible de visitar. La Böttcherstraße es una calle que, con tan sólo 100mts. es parte del símbolo de la ciudad. Con sus edificaciones construidas en los años 20s, tiene un peculiar estilo arquitectónico relacionado al expresionismo. La historia de la callejuela, sin embargo, se remonta al medioevo: era la conexión principal entre la plaza del mercado y el río Weser, tradicionalmente habitada por toneleros (Böttcher).   Finalmente, la ribera del Weser -Río que baña a la ciudad- es conocida hoy como la milla de oro de la gastronomía, con cervecerías y terrazas que se colman durante los veranos.   ¿Recomendaciones? Los souvenires son carísimos en Bremen -no encontré mucha explicación a esto.. así que si vas a andar por varias ciudades, no es necesario llevar nada de aquí, no? A menos, claro, que seas un fanático de los Hermanos Grimm y no puedas evitar llevarte un cuento (los hay de todas las formas, todos los idiomas, incluso traducidos al español) o una réplica de la estatua. Comienzo de la primavera >> calor!! Fue el único sitio en el que tuve que comprarme una ropa realmente ligera porque el calor era insoportable en el día, algo no tan habitual en la zona. Pero por suerte en Alemania siempre hay Kaufhof cerca 😉   Por @ladipalma   PD: Algunas fotitos de mi libro de cuentos original favorito que por supuesto mi madre conserva.

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Nouvelle Année 2013 en París

“Y si nos vamos a pasar año nuevo a París?”. En ese instante el bizcochito Don Satur® que tenía entre dientes se fue derecho a mi tráquea generando generándome bruta tos. La idea me encantó, pero me fui forzado a aclarar “Mira que no tengo un mango, eh” y ahí fue el momento en el que recibí el mayor de los regalos navideños adelantados cuando oí la frase “Vos organizalo que yo invito”.   La Sorpresa Inicial Se estaba cerrando el año 2013, estábamos a mediados de octubre cuando en el trabajo decidieron, a modo de limpiar las horas extra adeudadas, “regalarnos” los días 30/12 2/1 y 3/1. Con la sorpresa que ese Mega hueco en mi agenda me había generado me fui muy campante a tomar unos mates a lo de mis viejos. Lo que no sabía es que ese día me depararía más sorpresas. Al contarlo, entre mate y mate, mi padre, un hombre nacido junto con el año, odiador de sus cumpleaños y amante de sus raíces galas, esbozó “Y si nos vamos a pasar año nuevo a París?”. En ese instante el bizcochito Don Satur® que tenía entre dientes se fue derecho a mi tráquea generando generándome bruta tos. La idea me encantó, pero me fui forzado a aclarar “Mira que no tengo un mango, eh” y ahí fue el momento en el que recibí el mayor de los regalos navideños adelantados cuando oí la frase “Vos organizalo que yo invito”. Imaginarán lo poco que dormí esa noche. A mi juego me habían llamado, aproximadamente a las 3 am ya tenía organizado el viaje para hacer PARIS – BRUJAS – AMSTERDAM con los aéreos pre seleccionados, hospedaje en Paris apalabrado, 4 hoteles reservados en cada una de las otras ciudades y los trenes ya analizados. Los días fueron pasando, me fui juntando con mis viejos tratando de adaptar el itinerario del viaje a los gustos y necesidades de cada uno de los 3 viajeros. Para mediados de noviembre ya el viaje tenía forma, color y cuanto adjetivo se les ocurra. Iríamos el 27 a Paris vía KLM, previa escala en Ámsterdam y regresaríamos desde la capital holandesa en vuelo directo el 5/1 un itinerario nada despreciable. Claramente en el viaje operaria de Guía Turístico / GPS / Guardián del itinerario / Interlocutor / etc. Llegando a La France Llegado el 27/12 a la salida del trabajo me fui para Ezeiza donde me encontré con mis viejos, era una tarde de mucho calor y yo con la campera en mano previendo el frio q me esperaba en Paris. Por suerte el vuelo paso sin pena ni gloria, ambos vuelos llegaron en horario y el equipaje llego a destino como se esperaba (y suele pasar). Conseguí un departamento a 6 cuadras de la Tour Eiffel, para los 5 días en Paris, estaba emocionado con ir por primera vez a la Ciudad Luz, pero confieso q no le tenía mucha fe a la torre… el año anterior había pasado por Pisa y la famosa torre me gustó pero “meh”, honestamente esperaba lo mismo de la dichosa estructura metálica. #SpoilerAlert!!! QUE EQUIVOCADO ESTABA!!! Llegamos de noche, tomamos el tren, luego el subte (o Metro como le dicen en dichos lares) y bajamos en la estación Invalides, luego de varias escaleras salimos a la superficie encontrándonos en un parque amplio llamado Esplanade des Invalides, yo venía concentrado en el mapa, las referencias q tenía en el celular, la dirección del departamento, el equipaje y demás variables. Una vez analizado todo levante la vista buscando alguna referencia para orientarme y si… ahí la vi… me miro… nos miramos… me gustó… una estructura metálica toda iluminada de un color anaranjado / amarillento se erguía sola, por sobre todos las casas de la zona, aun no nos conocíamos y ella ya me estaba obrando de faro. Guardé todo mapas papeles y demás y empecé a caminar atraído hacia ella, ya me había olvidado del frio, el hambre y el sueño… quería ir hacia la torre. Por suerte esa era la dirección que teníamos que tomar. Llegamos al departamento, hicimos los trámites pertinentes tiramos todas las valijas y nos fuimos derechito a verla de cerca, nunca olvidaré las imágenes que grabé en mi retina. Los días subsiguientes recorrimos Paris y Versalles con un sorprendente buen clima, ni un día nos sorprendió un bajo 0 y solo llovió un poco el 30/12, increíble para las estadísticas de la ciudad. Voy a dejar para las guías tradicionales las atracciones principales y los lugares que tienen q recorrer si o si. Acá tan solo tratare de contarles esas cosas q me generaron algo especial, algo lindo, digno de ser compartido. Visitamos infinidad de museos pero quería destacar el que para mí es el más lindo de la ciudad aunque no el más famoso, el “Musee D’orsay” una estación de tren a la vera del Sena que fue reconvertida en museo impresionista, arquitectónicamente es PRECIOSO y tiene una de las obras que más emoción me han generado la “Noche estrellada sobre el Ródano” de Vincent Van Gogh. Como si fuera poco el museo tiene en su último piso un café desde el cual se puede ver toda la ciudad a través del reloj de la estación. Dentro de la temática eclesiástica sólo se me ocurre recomendar que no dejen de ir la Saint Chappelle, una capilla cerca de Notre Dame que tiene todas las paredes recubiertas de vitrales. Es increíble como queda iluminada al pegarle el sol con todos los colores jugando entre sí. Otro lugar con mucha magia al que fuimos fue el barrio de Montmartre con su emblemática iglesia Sacre Coeur, afortunadamente una amiga me recomendó entrar por “detrás”, ir en sentido opuesto al grueso de los turistas, empezar por la estación de Lamarck en lugar de hacerlo por Anvers. La verdad fue un consejo muy acertado, nos permitió conocer el barrio con muchos menos turistas y poder sentirlo un poco más en su esencia. Mi

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La mejor tortilla de Buenos Aires

En base a este post de Virginia, recordé uno que había escrito en mi antiguo blog sobre mi comida preferida: la tortilla. Lo comparto acá:   Está bien hablar de gastronomía en un un blog de viajes? No lo sé pero puedo forzar un poquito la respuesta para justificarlo: Parte esencial de un viaje es comer, o mejor dicho, probar la comida del lugar que visitamos. Qué diferencia hay entre hablar de la comida de un lugar al que viajamos o la arquitectura de ese lugar? si escribo sobre los paisajes de una región de algún país debería abrir un blog de montañas? Tan ligados están la gastronomía y el turismo que muchos viajantes hacen toures gastronómicos o visitan países o regiones simplemente para conocer sus sabores. El problema con todos estos argumentos es que me estoy refiriendo a la mejor tortilla de la ciudad a donde vivo y encima, queda a 2 cuadras de mi casa. Así que hablaré de un lugar muy especial al que recomiendo mucho ir a comer la tortilla, ya sea porque estás de visita en Buenos Aires o porque vivís acá. Me refiero al Centro Montañés de Buenos Aires también llamado Casa de Cantabria o conocido como el Club Montañés. Está ubicado en una cuadra muy rara en la calle Jorge Newbery entre Cramer y Conesa. No se sabe bien si es en el barrio de Colegiales o Belgrano, y apenás a 4 cuadras de Palermo Hollywood pero totalmente desconectado a esa zona. El Centro Montañés es en realidad un típico club de barrio de la comunidad cantábrica en Buenos Aires que data de la época de la inmigración española en Argentina y la necesidad de las distintas comunidades para ayudar a la adaptación de sus inmigrantes. Yendo a lo realmente importante, la tortilla es mi comida preferida de todos los tiempos. He probado tortillas de todo tipo y en todo lugar. Siempre habrá una tortilla casera de algún familiar que será la más rica del mundo, pero no todos podemos ingresar en las casas de abuelas ajenas. Así que en lo que se refiere a Restaurantes, además en Buenos Aires, y además de precios razonables, puedo afirmar con seguridad que la tortilla de papas, sin cebolla, sin chorizo colorado y a punto (ni babé ni cocida), es la mejor de Buenos Aires y compite palmo a palmo con las mejores que he comido en distintos lugares del mundo, incluyendo la propia España. A esto hay que sumarle varias cosas que me parecen importantes: El lugar es muy lindo, muy cómodo, las esas están bien separadas, de día es muy luminoso, de noche es bien agradable. La atención es excelente, te hacen sentir como en casa. Además hay una hermosa barra alejada del salón con mucha madera que la hacen muy cálida. Si bien este no es un blog de gastronomía, como fanático de la tortilla de papas sin cebolla, sin chorizo colorado, ni cocida ni babé, recomiendo muchísimo ir al Centro Montañés a probarla y a pasar un buen rato. Cuando voy, el mozo ya me conoce, y al traer la tortilla la mesa, antes de servirla la corta, la abre, me la muestra, yo le hago un gesto afirmativo con mi cara, y luego la sirve a todos los comensales. Y por unos instantes muy felices, me hace sentir un sommelier.   ACTUALIZACIÓN: Desde que publiqué el post, los usurarios opinaron dónde se come la mejor tortilla según ellos. Acá va la lista de los lugares sugeridos: Varios dijeron MIRAMAR. En San Juan y Rincón. Alguién más la probó? habrá que ir. Santa Lucía. En San Juan y Combate de los Pozos Centro Asturiano: Av Libertador 981 El Obrero: Agustín R. Caffarena 64 Tancat: Paraguay 645 El Bar de Cao: Independencia 2400. Pontevedra: San Lorenzo 2390 (pero de Mar del Plata) Yo agrego estos 2 lugares donde también he comido una excelente tortila: El Imparcial: Hipólito Yrigoyen y Salta Salgado: Velasco 401 (gran lugar para comer más allá de tortilla) Seguiremos investigando.  Gracias por los aportes a @Gus_Noriega, @facupg, @atenea2604, @lenaleiv, @meetMeAtMontauk, @Mixtrader y @PabloMCabello   Foto: Centro Montañés en Jorge Newbery 2818. Crédito de Casa de Cantabria    

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De una viajera proclive a (algunas) situaciones embarazosas

En noviembre de 2015 finalmente pude hacer mi primer viaje a Europa. Como iba sola decidí solo 12 días y pocas ciudades: Madrid, Barcelona y Tarragona. España porque mi abuela era catalana y siempre tuve a Barcelona en un rincón del corazón. Y, porqué negarlo, también por la comida. I El living del hostel donde pasé unos días en Madrid era la quintaesencia de lo conocido. Hasta tenía las carpetitas sobre los sillones que siempre veía en casa de una amiga cuando éramos chicas. No mencionaré aquí la historia del duchador roto durante mi primer día de hospedaje porque como se salió apenas la agarré estoy segura de que esa manguera estaba a punto de romperse por el prolongado uso previo.   II Porque si vengo a Madrid no voy a desayunar té con tostadas. El chocolate era súper espeso, se me hacía difícil tomarlo de la taza. Todo tan rico y yo tan entusiasmada que no me di cuenta de que todos mojaban los churros en el chocolate, como si fuera una salsa. Miré alrededor a ver si alguien miraba a la turista rara tomándolo directo de la taza pero parece que zafé.   III En España: ¡tortilla! El mejor recuerdo de tortilla de papas era el de la que hacía mi abuela. En Barcelona busqué un restaurant que no pareciera para turistas. El plato era una porción de tortilla y algunas rodajas de pan con tomate, muy simple. El pan crocante, el tomate una locura de sabroso y el primer bocado de la tortilla me emocionó. Estaba exquisita, tenía el mismo gusto que la que hacía mi abuela. Se me vidriaron los ojos. Cuando vino el mozo para ver si estaba todo bien, me vio y en tono jocoso me preguntó si estaba cansada. Le conté la historia de la tortilla. Le cambió la cara. Empezó a deshacerse en disculpas. «No te preocupes, estoy bien, ¡solo me emocioné!”. «¡Estas historias de familia a mí tambíén me emocionan!”, me dijo con la voz un poco quebrada. Me puso la mano en el hombro y por unos segundos lagrimeamos juntos, el mozo y yo.   IV Una de las primeras cosas que quería hacer al llegar a Barcelona era ir al mar. Quería tocar el Mediterráneo. Y finalmente lo toqué. Para limpiarme toda la pierna izquierda del jean y la remera que se habían manchado con miel de una crepe que había ido comiendo mientras caminaba y cuya bandeja de cartón, me di cuenta tarde, era bastante inútil. Mientras estaba en la orilla concentrada limpiándome con varios pañuelos de papel, el mar, en reciprocidad, me mojó los pies. Y las zapatillas. Y las medias. Y el jean hasta la rodilla. Pero, al fin y al cabo, toqué el Mediterráneo.     V Dicen que cuando Antoni Gaudí se recibió de arquitecto, el director dijo: «No sé si estamos dándole el diploma a un loco o a un genio». Casa Milà (La Pedrera). Estuve tres horas y media. No quería salir. También me pasó en La Sagrada Familia, en Casa Batlló y en Park Güell. Pero a lo mejor soy yo.     Por @virginiagallino  

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Mi Primer Viaje a Europa

Mi primer viaje a Europa fue de casualidad.  Jamás pensábamos ese enero que nos íbamos a ir a Europa toda la familia.  Nosotros a Europa! Jamás habíamos hecho un viaje tan largo… Mi papá había hecho un negocio que cuando lo cobró pensó…(pensó) que se iba a comprar un edifico para instalar su pequeña fábrica.  Ya lo tenía entre ceja y ceja, porque hasta el momento alquilaba. Pero resulta que cuando fue a comprar el local, el dinero no le alcanzó porque por la alta inflación que había en ese momento su precio había aumentado casi un 50% de un día para el otro.  Fue una desilusión, casi una tragedia. Pero a raíz de esa desilusión, mi viejo nos sentó en la cocina y nos dijo que no le había alcanzado para comprarla y que con ese dinero nos íbamos a ir a Europa los cuatro a todo trapo porque también era el sueño de su vida. Me dijo: vos el lunes te vas al “centro”,  te recorrés las agencias de viaje y traés folletos para elegir a dónde nos vamos a ir.  Y volví llena de folletos, muerta del calor de enero en Buenos Aires y con unas terribles ampollas en los pies.  Subte, colectivo y a casa. Mi mamá lloraba, qué cómo nos íbamos a ir, que la plata de la fábrica, que no teníamos valijas, ropa… le salía sangre de la nariz de los nervios, le subía la presión.  Mi viejo inmutable.  Seguía adelante mirando lo que quería hacer y marcaba en un mapa lleno de rutas de toda Europa las ciudades a las cuales quería ir. Y nos fuimos en menos de 20 días con 4 valijas de cuero negras nuevas y ropa de invierno, porque nos íbamos al invierno. Salimos un primero de febrero y llegamos a un Frankfurt absolutamente nevado, divino… con los árboles que eran solo ramas, cargados de nieve. Viajamos por Lufthansa en un 747, creo.  Cuando llegábamos al asiento teníamos un paquetito con nueces saladas y tenía toallas calientes y cubiertos de metal en economy… Hoteles de 4 y 5 Estrellas en las capitales.  Un tour guiado en micro por muchos lugares de Europa.  Desayuno, cena y excursiones.  51 días. Frankfurt primero, de ahí en vuelo a Londres. En Heathrow vi el Concorde que era larguísmo, como un pájaro.  Mis viejos conocieron el Payboy Club y jugaron sentados al lado de jeques árabes y mujeres hindúes con piedrita en la frente y todo con una tarjeta que le había dado el guía de cual se había hecho amigo porque le preguntaba qué ver fuera del tour. Con mi hermano, mientras ellos salían, veíamos en la tele a Nina Hagen cantando con el pelo completamente azul… AZUL! en nuestra habitación del hotel que estaba en frente a Marble Arch. Conocí los punks en el preciso momento que existieron.  Y a los “mods” en Piccadilly Circus que tenían el pelo rubio cortado como una tacita, no me acuerdo si ellos o ellas tenían un flequillito más rubio que tomaban la fuente como propia.  Fue muy copado. Me compré Gost in the Machine de The Police, y Survival de Marley & the Wailers en casette que fuimos escuchando durante todo el recorrido en el micro que era de doble piso.  Double Fantasy y el primero de Phil Collins me los compré en LP porque recién habían salido y ocupaban toda la enorme vidriera de HMV sobre Oxford Street por donde hoy anda el Primark (más o menos). Londres fue un flash.  Tuve el primer Walkman que salió, el Museo Británico fue como un viaje al más allá y mi viejo contento porque había podido comprarse una réplica de la Piedra de Roseta, la Piedra de Roseta… con la cual venía machacando -diría Manolito de Mafalda- con sus 3 tipos de escritura… la máscara de Tutankamón, la momia de Cleopatra, los frisos del Partenón… todo era un libro de historia y aún hoy me resultan imponentes esas estatuas babilónicas sentadas con sus cabellos ondulados a cada lado de una enorme puerta donde me sigo preguntando cómo metieron todo ahí adentro… Me partió la cabeza Londres, si.  Su libertad, los contrastes, la música -la capital de la música- del rock, Los Beatles, Los Stones, Zepp, Jethro Tull, Yes… la capital del punk, su ambiente, su gente… Ahora entienden por qué #TeamLondon? De ahí en vuelo a París.  Llegamos al Charles de Gaulle y yo me sentía en la tapa del disco de Alan Parsons. Qué ciudad París! En París paramos en un Hotel en la Ópera donde teníamos cena -como en todos los lugares- pero nosotros cenábamos en el Café de la Paix.  Mi viejo se emperraba en probar cada una de las cosas típicas de cada lugar.  Un queso, un licor, un Armagnac… y justo en la mesa en la que estábamos sentados tenía una chapita que decía que ahí había comido Rudolf Nureyev entonces mi viejo nos dijo que él los gustos se los iba a dar en ese momento y  se pidió frutos de Mar y ostras con champagne. Todos los del tour nos miraban, miraban la enorme bandeja plateada con los mariscos depositada en nuestra mesa que acompañábamos con champagne los cuatro.  Y nos miraban porque ellos tomaban agua para comprarse perfumes y nosotros comíamos ostras excediendo el menú acotado que teníamos para darnos solo un gusto. No nos entendían, pero ahí estaba la fábrica, esa que mi viejo no había podido comprarse. Y comimos crêpes en la calle, fuimos a un bistró (el cual voy a comentar en otro post) y nos concretamos todos y cada uno de los caprichos imaginables.  Compramos cuadros, reproducciones, libros, más reproducciones, diapositivas de arte… y comíamos cada cosa típica sin privarnos absolutamente de nada. Seguimos por Bordeaux, Lourdes, entramos a España por el País Vasco: San Sebastián Vitoria, y llegamos a Madrid. Fuimos al Sur: Granada, Córdoba y Sevilla, la costa del sol con Benidorm y Barcelona… Gaudí, La Sagrada Familia y las Ramblas.

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Momentos de quietud en Los Ángeles

¿Vieron cuando sentís que el tiempo se detiene? Sin darte cuenta, perdiste contacto con lo que te rodea y te perdés en algo… no importa en qué, pero perdés conexión con todo, salvo con ese “algo”. Y no hablo del momento buscado, como cuando lees un libro, un post, o escuchas música. O de los momentos en los que querés que se detenga el tiempo, como cuando estás maravillado con algo pasandola super bien con alguien. Hablo de los que suceden sin que lo esperes; de los momentos que te envuelven como en una capa de invisibilidad, te aislan de todo y te das cuenta que pasó cuando el momento terminó. De esos hablo… En mi reciente viaje en solitario por Los Ángeles me pasó, creo, dos veces (o al menos eso recuerdo). Y uno en particular es lo que me lleva a escribir este post. Había subido caminando hasta el Griffith Observatory, me había deslumbrado con ver la ciudad desde las alturas, con el mismisimo observatorio y sus cúpulas, con el cartel de HOLLYWOOD mas arriba sobre la montaña… Todo esto ayudado con un sol que empezaba a caer y nos regalaba unos colores espectaculares. Después de ver todo desde los miradores del edificio, decido caminar sendero arriba, tratando de llegar un poco más alto y un poco mas cerca del famaso cartel. Ese día hacía calor, pero no impidió que varias parejas y grupos decidan subir, botellita de agua en mano. Después de subir un trecho, me encontré con un descanso; un rectangulo de ¿marmol? de “The Tiffany&Co Foundation Overlook” te invitaba a sentarte y disfrutar de la vista, y así lo hice. Eran, aproximadamente, las 4 de la tarde de un día caluroso. Me sente y observe la ciudad que empezaba a bañarse por el naranja del sol que bajaba; el observatorio, inmenso sobre una planicia en la montaña; el cartel, blanco, en contraste con la vegetación del lugar… y de repente, delante de mi, a contraluz, una pareja camina por un sendero, que desde mi perspectiva parecía que estaba formado por un camino de no más de 3 metros de ancho… Parecía que caminaban por el borde de la montaña y se acercaban al final del camino. Los vi llegar al final. Los vi abrazarse para la foto (selfie, obvio). Después él le sacaba fotos a ella, que levantaba los brazos fesejando frente al lente. Los vi ahí, mirando todo a su alrededor… No se cuanto tiempo estuve mirándolos. Ese fue mi momento de quietud. Si no fuera porque no quería que me agarre la noche ahí arriba, me hubiera quedado mirándolos más tiempo, hasta que se fueran… Y las dudas de la chusma: ¿son pareja? ¿Hermanos? ¿De dónde serán? ¿Cómo llegaron hasta ahí? ¿Por qué habrán elegido ese camino? ¿Lo eligieron? Les saque unas fotos y emprendí el regreso; cada 10 metros giraba la cabeza para saber si seguían donde los había “abandonado”. Estuvieron ahí, al final de ese camino, hasta que los perdí de vista.   En la vorágine de la rutina y de las grandes ciudades uno pierde estos momentos, pero siempre es lindo encontrarlos, sea donde sea que estemos. Ojalá ustedes los tengan, y los reconozcan, y los disfruten… Mar.

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Descubriendo Capadocia

Cuando vi por primera vez las fotos de decenas de globos volando al mismo tiempo sobre el terreno volcánico de Capadocia supe que algún día yo estaría en uno de esos globos. Capadocia es el nombre de una región en Turquía, la cual está formada por varias provincias como Kayseri y Nevsehir. Esta región es famosa por su geografía, ya que su paisaje contiene formaciones volcánicas, lo que lo hace tan atractivo y único del mundo. Después de leer varios blogs y páginas con información sobre Capadocia, el viaje fue tomando forma y finalmente en Febrero de 2016 festejamos nuestros 5 años de casados volando en globo por la Capadocia. Dado que solo teníamos 2 semanas de vacaciones y decidimos recorrer Turquía y Grecia en el mismo viaje, solamente destinamos 2 noches en Capadocia. Por tal motivo 4,45 am nos paso a buscar un taxi por nuestro hotel en Estambul para llevarnos al aeropuerto de S. Gocken (SAW) de donde salen a mayoría de los vuelos low cost. Hay que salir con tiempo al aeropuerto ya que hay mucho tráfico en Estambul y se puede demorar hasta 1 hora. Nuestro destino era la ciudad de Kayseri (ASR) que se encuentra a 1 hora de Goreme (la ciudad donde nos hospedamos) la mayoría de los hoteles ofrecen el servicio de traslado desde el aeropuerto al hotel, asi que esto es muy fácil de coordinar. Viajamos con la aerolínea Pegasus Airlines, realmente este fue el vuelo más barato que pague en mi vida 19 euros por 1 hora y media de vuelo, despachando una valija y con un snack durante el vuelo. En Goreme la mayoría de los hoteles están construidos en las formaciones rocosas por lo cual se los denomina hoteles cuevas, por este motivo el hospedaje ya es de por si una de las atracciones de Capadocia. Nuestro primer día aprovechamos para visitar el Goreme open air Museum, un museo al aire libre ubicado a 1,5km de Goreme. Allí se encuentran una serie de iglesias excavadas en la roca pertenecientes al siglo X. Es realmente impactante ver esas mesas talladas en la piedra y los murales cristianos aun preservados en el interior de las iglesias. Nuestro segundo día nos despertamos antes de que suene el despertador con el llamado a oración que se escucha en los parlantes de una mezquita que está a solo 2 cuadras. Alrededor de las 5,30 am nos pasaron a buscar por el hotel y nos llevaron hasta la agencia de la compañía de globos a tomar el desayuno. Después de desayunar nos volvimos a subir a las combis y nos dirigimos a las afueras de Goreme, solo unos minutos después de encontrarnos en la ruta ya se divisaban decenas de globos empezando a elevarse en el amanecer de Goreme. Finalmente llegamos al lugar del ascenso y todos muy emocionados vemos como terminan de inflar el globo, nos presentan al capitán conductor del nuestro y nos dan las instrucciones a tener en cuenta. Nos ubicamos en nuestro globo, y los nervios surgen cuando el globo comienza a ascender, con dudas si me causara vértigo (como sí me paso en la torre Eiffel) y no animarme a asomarme por el borde del canasto para disfrutar del paisaje. Lentamente nos alejamos del suelo y es tan tranquilo el ascenso que no se percibe la altura a la que se está y el viaje se transforma en todo un espectáculo. Ver las otras decenas de globo a los lejos, otros encima y otros por debajo nuestro, rozar las copas de los árboles, ver Goreme desde la distancia y divisar las distintas formaciones rocosas de la Capadocia es que hacen tan especial y único el paisaje. Realmente fue un sueño vivir este viaje junto a mi marido y festejar nuestros 5 años de casados regalándonos este paseo el globo. Una hora y veinte después de ascender comenzamos el descenso en otro punto distinto en el que nos subimos, ya que depende de los vientos el mejor lugar para aterrizar.  Cuando el capitán nos da las instrucciones nos ponemos en posición de aterrizaje y el canasto toca el suelo. Al descender vemos como el globo comienza a desinflarse y nos dicen que nos acerquemos a tomarnos fotos, las cuales de por cierto fueron muy divertidas. Luego nos ofrecieron champagne, jugos y frutas para festejar el final del paseo. Volvemos al hotel alrededor de las 8,30 am y 9,15 nos pasan a buscar para realizar el Green tour.  Este tour es uno de los más completos y el que más se recomienda si solo se cuenta con 1 día en Capadocia. Los otros tours se denominan blue, red y yellow, están separados en base al circuito y lugares de la zona que se recorre en los mismos. En el Green tour se recorren varios lugares de las afueras de Goreme, uno de los más interesantes es la Ciudad Subterranea de Derinkuyu. En Capadocia hay más de 30 ciudades subterráneas, pero la de Derinkuyu es la más famosa por su profundidad, varios pisos de subsuelos. Inclusive según nos contó nuestra guía, varias de las ciudades están conectadas entre sí bajo tierra, pero son tantos los túneles que aún no se han inspeccionados todos. Iniciamos el descenso a la ciudad subterránea por un ingreso lateral que se hizo en la actualidad, hay grandes habitaciones separadas, lugares de guardado, mesas talladas en las piedras y lugares para alimentar animales en los primeros niveles. Es realmente impresionante ir descendiendo por esas pequeñas escaleras, por momentos hay que agacharse bastante para poder caminar. Se cree que estas ciudades se crearon con el fin de protegerse de los enemigos y también por cuestiones climáticas de la zona. Personalmente recorrer este lugar del cual no sabía nada y ver las condiciones en que vivían hace miles de años fue una de las sorpresas más interesante que visite en este viaje. Nuestro Green tour continuo por el Monasterio de Selime, similar al Goreme open air Museum, el cual cuenta

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Algo inédito está pasando en Twitter y se llama QuizViajero

Estoy en Twitter hace 1 año y medio. Y tengo un blog hace 6 meses. Pero en este escaso tiempo es la primera vez que veo una fuerza positiva que se encolumna detrás de un proyecto que recién el 17 de diciembre cumplirá 3 meses. En Twitter existen celos, internas, competencia sobre quien tiene más seguidores. Hay gente que publica la cantidad de visitas diarias, como si la cantidad importara más que la calidad. También hay gente maravillosa. Que ayuda al nuevo, promociona los POST ajenos y amplifica la alegría de los otros. Pero hay un proyecto que reunió toda esa buena onda. El 17 de septiembre de este año, nació Quiz Viajero. Un proyecto que nació como un hobby pero cuyo crecimiento exponencial y su alcance no conoce ni quien es «su padre». Pero no quiero hablar en verdad de @quiz_viajero sino de sus seguidores. Soy fan declarado del proyecto, me encanta que hablen de viajes, aprender sobre lugares del mundo, jugar, competir y «ser parte» junto a los seguidores que lo defienden a capa y espada. Pero repito, este texto va para sus seguidores. En un micromundo donde se suele colar la política, en Quiz Viajero nadie habla de ello. No hay grieta. Se da todo en un marco de respeto que asombra. Concursamos por un premio y nos alegramos con su ganador como si fuéramos nosotros los premiados. Fuí testigo de personas buscando premios para Quiz cuando ellos mismos tienen blogs. La gente apoya, empuja, comparte, se alegra, compite sanamente y lidera «campañas» para sumar seguidores. Esto nunca lo ví. Esto lo celebro. Su creador es querible. Puede resultar obvio, porque si no generara esa empatía, nosotros, los followers, no lo haríamos. Pero la legión de «Quizeros» va creciendo y no conoce límites. Desde aquellos que aportan su trabajo ad honorem, los que comparten fotos, los que escriben relatos, los que contactan empresas conocidas para conseguir un premio, los que forman parte de #CorresponsalQV, los otros que son #BloggeroQV, todos se enconlumnan detrás de un proyecto sin pensar en egoísmos propios. Repito. Aunque parezca que destaco a @quiz_viajero, en verdad los destaco a todos y cada uno de uds. Desear el éxito ajeno, apoyar un proyecto sin conocer si quiera quién está detrás del mismo, habla muy bien de uds. Ojalá se contagie esta energía positiva, altruista y desinteresada en muchos otros proyectos. Cuando hoy escuchamos de Twitter que es una jungla donde conviven racistas, ejércitos de trolls y violentos verbales que no perdonan una, hay un grupo de locos lindos que apoyan desinteresadamente un proyecto nuevo. A todos nos gusta viajar, nos gusta participar y ganar, pero pareciera que más nos gusta que a ESTE PROYECTO le vaya bien. Y eso lo celebro. Puede que sea una excepción. Pero si lo fuera, hay que destacarla. Las cosas buenas pasan, de nosotros depende darlas a conocer. Si existiera el premio REVELACION 2016 en Twitter, sin dudas se lo daríamos a QV. Ojalá el año que viene, haya varios «QV» y la terna para elegir un ganador sea difícil de armar por la cantidad de proyectos en danza. SALUD @quiz_viajero y SALUD para tu HERMOSA LEGIÓN DE SEGUIDORES. Por @JuanoFlyer  

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No lleguen a Venezia de noche

No lleguen a Venezia de noche, o sí, si les encanta sentirse en una película de terror en la que en cada esquina de la ciudad laberíntica pueden sorprenderlos todo tipo de monstruos y aparecer criaturas marinas mitológicas a devorarlos. No tendríamos que haber llegado de noche. El avión que nos llevaba desde Madrid se atrasó y lo que prometía ser un paseo por el Gran Canal admirando la belleza de “la Serenissima” al anochecer, se transformó en una escena de película clase B de terror, italiana. Desde el aeropuerto habíamos contratado una combi que nos llevó hasta un embarcadero donde ya se empezaba a sentir Venezia: góndolas, lanchas, esos pilotes coloridos y agua, mucha agua. Subimos a la lancha sin problemas pero ya notamos uno de los “temitas” con los que íbamos a tener que lidiar: Los choferes de taxis acuáticos no hablan otros idiomas. O se niegan o no saben, pero es realmente un tema. La navegación transcurrió primero por aguas bastante abiertas, con luces en la costa y a lo lejos. Oscuridad. Aguas negras. Mi compañera de viaje dentro de la lancha, sentada, yo al frente tratando de percibir todo a mi alrededor. Luego, poco a poco, empezaron a aparecer edificios iluminados. Lo que debería haber sido una grandiosa Iglesia del Siglo XVI en su esplendor se transformaba en un escenario tenebroso con largas sombras y rodeada de la negrura del agua. El maravilloso museo que tenía una silla con un paquete de cigarrillos  enorme en su puerta como promoción de una muestra parecía esa noche la casa de un gigante que iba a salir a tomar una cerveza y sentarse en esa silla. El viaje que recién comenzaba con mi ex suegra (ahora ex) de 65 años y operada el año anterior de la cadera, tenía varias condiciones impuestas por ella, quién pagaba: no caminar mucho, no museos (porque ella ya había estado en Venezia hacía muchos años y ya los había visto, decía) y por supuesto todos los traslados pagos para no cargar valijas ni una cuadra. Cuando el paseo por el canal de la eterna noche terminó en un embarcadero frente a la mismísima Piazza San Marco, vacía y hermosa hasta de noche, el chofer nos dijo en italiano que allí nos dejaba, que el hotel al que íbamos no tenía embarcadero y no se podía llegar así que íbamos a tener que caminar. El horror en la cara de mi suegra ahora si se correspondía con el mío al ver el canal de noche. Llamada mediante, tratando de ver bajo algún farol los vouchers, a los 15 minutos vino un gentil camarero que cargó nuestras valijas en un carro enorme (en los días posteriores vería cientos como ese porque pocos hoteles en Venezia tienen embarcadero) y caminamos detrás de él. La caminata de 6 o 7 cuadras no hubiera sido tan desastrosa si mi suegra no hubiera bufado a cada paso. El cansancio del vuelo desde Buenos Aires y el retraso del avión ya nos habían desmoralizado del todo y cada pequeño puente con escaleras era un suplicio y no una belleza. Al llegar al hotel resultó que no tenían habitación para nosotras por un error y alguien vino a buscarnos y nos llevó amablemente a otro hotel a una cuadra que, como muchísimos hoteles en viejas ciudades, no tenía ascensor. Cuando por fin nos instalamos en la habitación eran casi las 10 de la noche y resultaba que no había casi nada abierto para cenar en los alrededores y mi suegra se negaba a caminar en busca de algo mejor, así que siguiendo el consejo del conserje (que nos vio cara de pudientes) fuimos a un pequeño restaurant a 1 cuadra, con puentecito de por medio, obvio, en el que pagamos carísimo y me sirvieron el peor tiramisú del planeta. Dormimos. A la mañana siguiente salí a la puerta de la Casa Nicolo Priuli, nuestro hotel,  luego de una charla con Rosano, mi tocayo veneciano que nos había trasladado desde el otro hotel, y todo cobró sentido. Era un día de sol radiante, el canaletto que corría frente a la puerta era mínimo y todo era bello. Los colores estallaban frente a mis ojos, los edificios antiquísimos eran maravillosos, no lúgubres. Los dos días que siguieron hasta que abordamos el crucero que nos llevó a otra aventura fueron inolvidables, y los otros dos a la vuelta del crucero me hicieron una fanática de una de las ciudades más bellas del mundo. Si alguien me pregunta sobre Venezia no suelo contar esta parte del viaje, solo hablo maravillas, sus bellísimas e intrincadas calles, las piazzas, la arquitectura, Burano, los helados, los Bellinis, que se recorre fácil, que brilla bajo el sol, que todavía está allí el ghetto judío en el que se inspiró Shakespeare, que a la Piazza San Marco hay que ir al amanecer cuando no está repleta de turistas y más. Pero mi mejor consejo sigue siendo este. Repitan todos: No lleguen a Venezia de noche.     Tip: Muchos edificios en Venezia solo tienen una pequeña vereda alrededor y luego todo es agua, tal vez una larga caminata y muchos puentes con escaleras te lleven ahí, pero a veces no hay otra forma de llegar que no sea en lancha, taxi acuático o traghetto. El vaporetto, que es el colectivo acuático, tiene paradas y diferentes recorridos, pero no se detienen en cada esquina como el bondi, capisce.     Por @RousPolite  

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El verdadero primer amor

Sinceramente, me pongo a pensar y no sé qué más queda por decir acerca de París. Llego al punto de preguntarme si es mejor haber estado allá, o todavía soñar con visitarla. No, no me volví loco. El que aún no fue, ve las imágenes desde acá y se enamora, pero de algo que aún no conoció; sin embargo, una vez que vas ya no existe vuelta atrás: todo lo que querés hacer es volver. Estando allá quizás no te das tanta cuenta. Sí, estás maravillado por lo que ves, por el simple hecho de estar allá, pero estás atrapado como por un conjuro que solo va rompiéndose con el tiempo, y que et hace extrañarla cada vez más. Al caminar por París, te sentís parisino. Te sentís el dueño de la ciudad, y por poco no te sale arrastrar la erre y hablar con la garganta. Miras tantas veces los mapas que sentís que conoces cada esquina, pero esto es simplemente porque cada esquina tiene algo nuevo por conocer. Estuve tres días, y no me alcanzaron ni para verle los pies a la ciudad. Sí, visité lo más importante, la caminé y la sentí. Pero al estar tan poco tiempo (durante el cual estuve con bastante dolor de garganta debido al invierno) no logré asentarme, tirarme en el pasto y pensar por un minuto “acá estoy, y nadie me va a sacar de acá”. Los Champs Elysées coronados por el majestuoso arco del triunfo desde el cual se ve una estrella simétrica adornada por ocho avenidas, los caminos y sus árboles, las veredas anchas y los cafés. El clásico metro, sus túneles y secretos, sus mil caminos, que en algún lugar conectan con los 33 kilómetros de catacumbas escondidas que existen debajo de la ciudad. La torre Eiffel, el anochecer de la ciudad sobre ella, y todo lo que ella en sí es; Les Invalids y el mausoleo de napoleón, Las calles empedradas con el reflejo de una leve llovizna, los imponentes museos a los cuales lamentablemente no pude entrar. La magnífica e histórica Catedral de Notre Dame en un punto, mientras que en el lugar más alto de la ciudad, otra catedral radicalmente distinta como la de Sacre Coeur corona la ciudad. Y el Senna que la recorre ondulante y misterioso. La famosa Ópera Garnier, con sus historias, leyendas, halls de oro y su música. No estoy haciendo más que recordar algunas de las cosas más importantes de París, pero no llegué a verla ni en su mitad, y además, nada sirve sin sentimiento. Y el sentimiento de volver es más grande que otra cosa, por lo que lo único que les queda a los que no fueron, es ir. Y a los que ya fuimos, la constante y avasallante esperanza y añoranza de volver.     Por @nicopees

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Tarde/Noche en La Habana

Los problemas habían comenzado con mi decisión de ir a caminar por las calles del centro viejo de La Habana. Era mi primer viaje a Cuba y según la Lonely Planet, la calle Obispo era un lugar de visita obligada. Realmente lo era. Así que con mi ex, una tarde de calor insoportable de Julio, guía en mano, enfilamos desde el hotel donde parábamos, el Hotel Victoria –un lugar histórico donde vivió durante muchos años Juan Ramón Jiménez, el autor de Platero y Yo- hacia el centro viejo de La Habana para recorrer la calle Obispo, con su caudal histórico y de modernidad, hoteles centenarios, como el Ambos Mundos, donde vivió Hemingway, La Floridita, creador del daikiri, doblando en una callecita La Bodeguita del Medio y otros tantos lugares que ni recuerdo. Lo que sí recuerdo es que, en una esquina, tres jovencitos que nos reconocieron por nuestro inconfundible aspecto de turistas –bermudas, zapatillas, una riñonera y cara de imbéciles, básicamente- nos metieron calle adentro y a punta de cuchillo, nos sacaron lo que teníamos, que era bastante poco: fotocopia de pasaportes, la tarjeta de mi esposa, su cédula de identidad argentina, algo de dinero y su registro de conducir. Nos habían advertido que en La Habana perder el pasaporte podía derivar en una pesadilla –las autoridades cubanas presumían que el turista lo había vendido a un cubano- y que lo ideal era dejar casi todo en la caja fuerte de la habitación. Bueno, el tema es que volvimos al hotel, le avisamos al conserje del hecho, nos facilitó el teléfono del front desk para avisar a Visa La Habana del robo de la tarjeta, donde nos pidieron una presencia personal. Visa La Habana quedaba en una oficina en el Hotel Nacional, un hermoso hotel en la zona de Miramar. Allí fuimos. Al regresar, nos esperaba un patrullero. La mentalidad policial cubana había hecho que el conserje llamara a la policía para avisar del hecho. Un policía muy cordial me preguntó que pasó. Se lo expliqué, le dije que no precisaba ni valía la pena hacer la denuncia policial por cincuenta euros, fotocopias y documentos que en Cuba no valían nada y que podía rehacer en Buenos Aires. Menos cordial, el policía nos dijo que debíamos hacer la denuncia. Insistí en que no era necesario. El insistió, ya menos cordial. Subí a la habitación a buscar algo de dinero y los pasaportes originales y al bajar, mi ex ya estaba en el patrullero. Con el poder del Estado encima, y sin otra opción, viajamos en el asiento trasero de un Lada destartalado en medio de la oscuridad, por los racionamientos de energía, hasta la comisaría de la Policía Nacional Revolucionaria, que la recuerdo lejana. La única luz en la calle eran las luces del patrullero y sus focos azul y rojo. Los asientos eran de plástico duro, como todos los asientos traseros de patrulleros, donde viajan detenidos. Llegamos a la comisaría donde nos hicieron esperar un rato en unas sillas. El lugar era deplorable. Creo que cualquier destacamento de la bonaerense era mejor. Olvidate de aire acondicionado o de otros lujos. A lo lejos se escuchaba a un policía, educado, hablando con un detenido y convenciéndolo que estar detenido era lo mejor para el porque, borracho como estaba, era un peligro para el y para el resto. Al fin, un oficial nos hizo pasar al despacho del capitán. Nos pregunta que pasó, se lo comentamos. Su interés estaba fijado en saber que había pasado con los pasaportes, le dijimos que habían quedado en la caja de seguridad del hotel y que por eso estaban en nuestro poder. Se los mostré y respiró aliviado. “¿Entonces que quieren de nosotros?” pregunta. En realidad, no queríamos nada, estábamos ahí por el llamado del conserje del hotel a la policía, pero se me ocurrió algo. “Un certificado policial del robo del registro de conducir y de los documentos”, se me ocurrió. El tipo lo pensó un segundo y se puso a tipear, en papel membretado de la PNR. “¿Tienen como volver? Taxis por aquí no hay”, pregunta. “No, no tenemos”, le respondí. El policía le ordena a otro que nos alcance a nuestro hotel y allí volvimos. Le pedimos, en el camino, que nos deje en el Hotel Nacional en lugar del Hotel Victoria. El Hotel Nacional, para quien lo ha conocido, tiene un fondo especial, con vista al malecón, sillones de rattan y almohadones mullidos, una barra de primera y grupo de música espectacular. Creo que era lo que necesitábamos en ese momento. No hubo problemas. Bajamos del patrullero en el Hotel, que tiene una entrada embajadora larga, ante la mirada de todos los curiosos presentes. Y el día policial terminó sentados en esos sillones, escuchando buena música cubana y con un mojito en mano. Luego, un auto del hotel nos llevó al nuestro. Y esa mala experiencia no nos desanimó, volvimos a Cuba en tres ocasiones más. Y el certificado de la Policía Nacional Revolucionaria, que no sirvió para nada porque rehicieron todo lo perdido sin necesidad de ese certificado, está enmarcado en la casa de mi ex.         Por @grismetalizado

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Mi primer viaje conmigo

Me recibí hace 6 meses, después de dedicarle 6 años de estudios a la carrera. Soy Diseñadora de Imagen y Sonido, egresada de la UBA. Sabía que cuando terminara quería hacer un viaje, un BUEN VIAJE (contagiada por mi hermana, que ya había hecho un par a Europa). Sabía el destino: LOS ÁNGELES/HOLLYWOOD. Y también sabía que lo quería hacer sola. Lo que no sabía era que lo iba a hacer tan rápido!! Con el empujón de mi mamá y hermanas, le puse fecha y saqué pasajes! Saben que si dependiera de mi, lo hubiera pateado hasta tener todo organizado… Sacados los pasajes, empecé a organizar: lugares a los que quería ir SI O SI, lugares copados, lugares típicos… En el medío aparece @quiz_viajero, con la idea de los #CorresponsalesQV… me prendí. Y llegó el día… Y me fuí! Y LLEGUÉ!!   En el aeropuerto me esperaban unos amigos de mi mamá, que no veíamos hace mucho tiempo, y sin esperar un segundo, me llevaron a conocer la costa… Hicimos en auto el camino de la costa: subimos hasta MALIBÚ y volvimos a SANTA MÓNICA, donde conocí ese famosísimo muelle con la Vuelta al mundo sobre el mar… La ciudad es gigante! Y yo me manejaba en transporte público, bastante caro, y caminando… caminando muchísimo! Uno de los momentos más esperados era ir a WARNES BROS. STUDIOS! Después de tomarme tres bondis para llegar (si, tres!) veo esos galpones amarillos gigantes, y ese tanque de agua tan famoso! Y después de esperar un rato, empieza el recorrido por los estudios con el carrito, donde iba a descubrir todas las artimañas que se hacen para engañarnos, básicamente… Ver, reconocer y caminar por lugares donde se filmaron muchísimas películas y seríes es increible… “Acá se filmó tal escena de tal serie”; “y acá filmaron el famosísimo beso entre el Hombre Araña y Mary Jane”; “y esta es la casa de tal en tal serie”… Así todo el tiempo! El guía nos delataba todos los secretos… Las escenografías exteriores son una cosa de locos! Y el departamento de utilería!! La cantidad de objetos que hay en ese lugar! Grandes, chicos, de todas las épocas, algunos son únicos (como el escritorio presidencial, que se turnan para alquilarlo las series “VEEP” y “House of cards”)… algunos ya son museo, como el piano de “Tocala de nuevo, Sam” de Casablanca. Y los museos! Cuando yo fui, estaban en exibición los vestuarios de “Batman vs Súperman” y de “Escuadrón Suicida” (prohibido tocar, porque salen una fortuna!). Y al final del recorrido, el STUDIO 42, transformado en minimuseo… Central Perk (una cafetería posta), la famosisisima escenografia del café de Friends, algunas exhibiciones de vestuarios (Harry Potter, Two and half men, Mad Max), una pequeña muestra del proceso de una producción (guión, casting, maquetas, story boards, posproducción, etc). En Warner también tenés la posibilidad de ver la grabación de alguna serie totalmente gratis; acá la página http://www.tvtickets.com/ (este dato lo descubrí en el blog de nuestra amiga Floxie); lamentablemente, yo tenía entrada pero la producción canceló la grabación y me dejó con las ganas… Lo más, más, más esperado era UNIVERSAL STUDIOS! Tenía muchísimas ganas de conocer esa locura! Me di el gustito de comprar la Experiencia VIP, asi que lo que les voy a contar es desde ese lado (no se si el tour en bus por los estudios con la entrada común hacen las mismas cosas)… Ese día me levanté muy temprano, camine hasta el subte y fui… Para los que no van en auto, Universal tiene un colectivo que te “sube” hasta la entrada al parque. Cuando me baje del bondi me choque con el famoso mundo giratorio con el UNIVERSAL STUDIOS, alfombra roja… Las puertas estaban cerradas todavía, pero ya había gente esperando entrar. Yo me acerqué al sector VIP, donde me dieron mi credencial y un rico desayuno; y antes de que abran las puertas del parque, los guías nos llevaron al recorrido en bus por los estudios, y en el camino pude ver el parque vacío! Y no puedo negar que cuando pasamos por la entrada al sector de Harry Potter, los ojos se me llenaron de lágrimas y tuve que hacer mucha fuerza para no llorar… El recorrido por los estudios es una cosa de locos! Los exteriores están dividios por sectores: Western (donde nos bajamos y caminamos las calles), México, desastres naturales (la escenografía de “La guerra de los mundos”, con un avión destruido incluido!), subterráneo, Fantasía (donde hacen las escenografías que se necesiten para cada producción), el hotel y la casa de Psicosis… Sumado a eso, simuladores y acción como si estuviéramos en plena escena! (en uno de los simuladores perdí mi celular que complicó mi reporte como #CorresponsalQV )   En Universal también tienen su Departamento de utilería, por supuesto… Otra locura!  E.T, King Kong y demás cosillas increibles.   Terminado el Tour por los estudios, subimos al parque y sus atracciones. JURASSIC PARK, TRANSFORMERS, LOS SIMPSON, THE WALKING DEAD, MINIONS, y mi súper esperado y amado HARRY POTTER. Para los fanáticos es una experiencia increible, porque es verdaderamente como estar en Hogsmeade y Hogwarts… Y el simulador es una cosa maravillosa! Los ojos llenos de lágrimas otra vez! Anteojos 3D ayudan a crear la magnífica ilusión de estar volando en una escoba en campañía de Harry y sus amigos y dar un paseo por varios lugares de Hogwarts. No quería que termine el día para poder quedarme a vivir ahí ! Y por supuesto, paseo por otros lugares típicos: HOLLYWOOD BLVD, el CHINESE THEATRE, con sus estrellas y huellas en el piso (todos caminando con los ojos en el piso, descubriendo los nombres grabados en el piso), y el DOLBY THEATRE, donde se realizan la entregas de los premios Oscars cada febrero. El día que fui estaba cortada la calle porque ese día era la World Premiere de la nueva película de Disney, MOANA, asi que había un quilombo hermoso. GRIFFITH PARK, con su Observatorio y sus

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Mi Sueño, Italia

Desde que tengo uso de razón, doce años, ponele, la meta de mi vida era conocer Italia. Soy del 63 (como diría Fito, «nací en el 63, con Kennedy a la cabeza») No había internet, pero los libros, siempre están.  A través de ellos, me internaba en Roma, Coliseo, Partenón, FLORENCIA , Venecia , Milán. El David , El Vaticano y La Piedad , Pisa y su torre! No pude viajar siendo joven , pero la vida nos permite oportunidades . Cuando me preguntaban «que querés hacer cuando seas grande?» Mi respuesta era «conocer Italia». Hace dos años realicé ese sueño, junto a mí marido y mi hijo, que en ese momento tenía  16 años. Cuando llegué, me sentí en casa, no era una extranjera . Me atravesaban tantas emociones. Cumplir un sueño y un deseo de tantos años, es inexplicable. Recorrimos Milán,  FLORENCIA, Venecia ( me enamoré) , Pisa, Bérgamo, Siena, Roma.   Cuando pude ver el David, de Miguel Ángel, lloré. No podía creer lo que veía. Imponente, varonil, inmenso . Me senté en un banco y me quedé admirándolo profundamente. Con lágrimas . Lo recuerdo y se me escapa un lagrimón.     La frutilla fue Nápoles. Soy de la Boca y me crié allí. Nápoles, era La Boca de mi infancia. Cada calle recorrida, era volver a vivir niñez, jugando en carnaval en los conventillos . Cada paso, cada lugar de Italia me conmovía. Que un sueño tan deseado se haga realidad y acompañada de tu familia, es inexplicable . Aún hoy , siento que debo volver . Recuerdo que cuando regrese de ese maravilloso viaje , me dije «sueño cumplido , y ahora?» Qué desdén! Entendí que AHORA , era volver y recorrerla. Costa del Adriático, por ejemplo. Italia , es la zanahoria de mi vida. En eso estoy. Planeando volver. Ojalá pueda.   Por Claudia Battaglia

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