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Viajando a Orlando: auto, hotel, aplicaciones y soledad

En Mayo del 2016 American Airlines tuvo uno de esos *“errores” *de los que  hablo en el post sobretips para conseguir vuelos baratos  y aparecieron vuelos baratos a Orlando y varias ciudades de Estados Unidos. Por un momento dudé en sacarlo; mi única vez fuera del país había sido en 2015 en un viaje a Chile, asi que este era mi primer viaje largo, solo y en un país donde se habla otro idioma. Por suerte lo aproveché y saqué un vuelo para Noviembre de ese mismo año por el ridículo precio de 388 dólares (unos $5000 en ese momento). Había estado en Orlando en 1999 cuando tenía 8 años, así que era como ir por primera vez. El vuelo de American fue un lujo como se ve en las fotos de abajo: El gigante que me llevó hasta Miami para hacer conexión a Orlando. Buen contenido multimedia con muchas películas para ver durante el vuelo. Llegué al aeropuerto de Orlando y fui directo al counter de Álamo donde había alquilado un auto por Despegar aprovechando el descuento por ser empleado. Me dieron a elegir entre varios autos que correspondían a la categoría que había comprado y elegí un Chevrolet Cruze que daba placer manejar. Además alquile un GPS porque muy oportunamente se me rompió el celular al llegar a Orlando así que no sabía cómo llegar hasta el hotel. Por suerte unos días antes de viajar me había comprado el Google Pixel por internet  y me estaba esperando en el hotel. Me hospedé en Avanti Resort, un muy lindo y moderno hotel/resort ubicado sobre laInternational Drive. Parte del personal son látinos, lo que está bueno para los que no se llevan muy bien con el inglés. Lo mejor de Avanti Resort es su ubicación: una zona tranquila, a 15 minutos de los parques de Disney y Universal, a pocos metros del Orlando Eye y rodeado de paseos comerciales y locales sobre la International Drive. Estando en Orlando aproveché e hice unas cuantas compras en Amazon usando sus famosos lockers de los que hablo en Usando los lockers de Amazon. Obviamente fui a los parques de Universal (Universal Studios y Islands of Adventure) y también a Magic Kingdom y Disney Hollywood Studios. Como fanático de la adrenalina disfruté mucho de las montañas rusas de Universal, sobre todo Hulk, Rock It y Harry Potter: Dragon Challenge, pero también de los shows de Disney, en particular del desfile de Star Wars en Hollywood Studios.   Para terminar el viaje, me di un gustito y fui a iFly indoor skydiving. Ya me había tirado en paracaídas en el 2013 pero tenía ganas de volver a sentir esa sensación de volar.   Conclusión: si tenés la oportunidad de viajar, sea solo o acompañado, NI LO DUDES. Saludos, Matiwar

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Laos: El lugar natural más increíble que conocí en mis viajes

Tenía contratado una excursión de todo el día para cavernas, ver un campamento de elefantes y terminar en unas cascadas. Eran 3, de los lugares más emblemáticos de la ciudad, y de todo Laos. La investigación previa me causaba mucha intriga, y era uno de esos días que esperas con ansias. En Luang Prabang, me quede en un hostal, que está ubicado en medio de una especie de barrio humilde, con calles de tierra y casitas humildes. La camioneta me venía a buscar a las 8 am, que me llevaría a encontrarme con el resto del grupo para empezar la excursión. Llego tarde, y en el tiempo de espera paso una de esas cosas que te llenan un poco el alma. En la puerta del hotel, un nene de 8 años peloteaba contra la pared del hotel, solo pero divirtiéndose. Cuando salgo, me apoyo contra un árbol a mirarlo, y no paso más de 20 segundos, que el niño me miro y me tiro la pelota, como invitándome a jugar. Este es un claro y hermoso ejemplo de cómo a veces no existe barrera en el idioma, y si existe un idioma universal. El nene tenía la camiseta del barca, con la 10 de messi en la espalda. Pensé en decirle que era argentino, pero supongo que ahí si el idioma iba a ser una barrera, así que me mantuve en silencio intercambiando golpes de pelota de un lado de la calle a la otra. La camioneta no venia, y yo ni me preocupaba. Al ratito de estar peloteando, sale de una casa un chico mas grande, por deducción supuse que podía ser el hermano, que mirándome, armo un triangulo imaginario, y empezó a pelotear con nosotros. Y así la espera paso inadvertida. La camioneta llego, pero yo no me quería despedir de los chicos, así que haciéndoles la seña de “espera”, me fui hasta mi habitación, agarre la remera de la selección argentina que tenía en la valija, y se la regale al niño más pequeño. En un acto de pureza total, el niño atino a sacarse la camiseta del barca, pensando en que estaba metido en una especie de intercambio. A penas vi el movimiento de sus brazos, lo detuve, haciéndole entender que no me tenía que dar nada, los salude, y me subí a la camioneta. Creo que no llegaron a caer, ya que no pudieron levantar sus brazos para saludarme, solo se quedaron mirando. Ahora sí, la excursión. En el trayecto del hotel a la primera parada del dia, el transporte paro en 2 aldeas muy humildes, en donde además venden diferentes tipos de artesanías, y el turista puede ayudar, y ver a quien está ayudando. Luego fuimos al primer escenario. Las 2 cuevas budistas, a las cuales se llega mediante una especie de barco alargado, luego de un recorrido de no más de 45 minutos. Son dos cuevas, una que se mantiene con una oscuridad total, y la otra es más abierta, por lo que la luz del sol te da cierto margen de maniobra dentro de la cueva. Son lugares naturales, mágicos, que albergan diferentes colecciones de estatuas budas, de todos los tamaños. Muy estilo Indiana Jones. Luego de ahí, fuimos a un campamento de elefantes, en donde te enseñan cómo cuidarlos, a darles de comer y hasta bañarlos, aunque yo termine mas bañado que el elefante que bañe. Una paradoja y anécdota muy divertida. Comen bamboo, y no se conforman con una, sino que piden varias que van almacenando en la trompa, para luego meterse todas juntas. Es algo que hay que vivir, aunque ojo con los lugares que te dejan montarlos en esos sillones de madera sobre sus lomos, porque supuestamente los animales sufren mucho, de chicos, para de grande poder soportar eso. Para el final, la frutilla del postre. Con casi 2 horas de camino, desde el campamento de elefantes, llegamos a las cuevas “Kuang Si Falls”, por lejos, el complejo natural, más maravilloso que vi en mi vida. Acá las palabras sobran totalmente, pero tratare de resumir mi experiencia con diferentes adjetivos calificativos. Agua celeste, no transparente, ya que en el fondo alberga como una especie arcilla la cual es beneficiosa para la piel, según decían. Tiene diferentes lugares para que te puedas meter, apenas llegue lo hice. No había nadie en el agua, literalmente nadie. Me saque la remera, la zapatilla y me metí. No tenía toalla, ni ropa de repuesto, algo que me percate después, cuando costaba secarse a la sombra. El agua estaba helada, muy fría, aunque el lugar ameritaba un esfuerzo para que aguante eso. Mientras más caminas por el complejo, encontras diferentes ollas para tirarte desde un tronco, o meterte desde la superficie. Y al final del camino, las cataratas Si Falls, con caídas de 50 metros, hacen de un espectáculo único, maravilloso, contenedor, sanador. El lugar natural más increíble que conocí en mis viajes. Y así termino el día. Un día de esos que cuando llegan al final, te das cuenta porque te gusta viajar, y cuanto bien hace. Laos es un país abrazador, amigable, chico, y contenedor, que sin duda hay que conocer, y al cual ya marque para volver. Muy natural, y todavía no muy pisado por los turistas. Por @BakeDario http://puedoserasi.blogspot.com.ar/

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Cerca del Louvre. Escapando de las Multitudes

Cerca del Louvre. Escapando de las Multitudes. (Huyendo hacia la derecha rumbo a Galerie Vivienne)   Sabemos que París es una de las ciudades más visitadas del mundo y que algunas atracciones turísticas son muy concurridas. A veces demasiado. Tal es el caso del Museo del Louvre, la famosa pirámide y sus alrededores. En el caso de querer visitar el museo, recomiendo que de ser posible se compren entradas en línea de modo de agilizar algo el trámite y acortar los tiempos de cola al entrar. (https://www.ticketlouvre.fr//louvre/b2c/index.cfm/home). También sugiero ir temprano porque suele haber algo menos de gente. Debido a los controles de seguridad que hay en todas las atracciones turísticas, en especial en épocas de temporada alta, suele haber bastante cola para ingresar. Supongamos que ya hicimos la visita deseada. Recorrimos el museo o simplemente paseamos un poco por sus alrededores y nos sacamos fotos en las fuentes o “tocando la punta de la pirámide”. Es probable que sigamos nuestro recorrido hacia los jardines de las Tullerías u optemos por hacer una parada para comer o tomar algo. Los bares y restaurantes en los alrededores del Louvre suelen estar atestados de turistas por lo que en algunos casos podemos pagar caro y no pasar un momento del todo relajado. En caso de querer escapar un poco a las hordas de turistas y conocer lugares cercanos donde podamos mezclarnos con los habitantes de la ciudad, les propongo una caminata de 10 minutos paseando por lugares mágicos, muy conocidos pero a veces algo escondidos. Alguien dijo alguna vez que “el que no sabe es como el que no ve” y siempre me atormenta la idea de pasar por delante de algo y no disfrutarlo por el simple hecho de ignorar que existe. Es por eso que insisto en que sin encerrarse en programas estrictos, es de mucha ayuda “estudiar” un poco antes de emprender un viaje. El recorrido que les recomiendo arranca en la explanada del Museo del Louvre dejando la pirámide a nuestras espaldas y sin cruzar la calle trasponer las arcadas hacia la Rue de Rivoli. Cruzamos la calle y tomamos la Rue de Rohan, sólo 100 metros hasta Rue Saint Honoré. Volvemos a cruzar hacia la Place Collette (que es una explanada delante del palacio) en dirección al Palais Royal (Palacio Real). De camino vamos a pasar por uno de los ingresos más pintorescos al metro de París: la parada Palais royal-Musée du Louvre de la línea 1. No hay quién se resista a las fotos de rigor !!!. Ingresamos al Palacio Real. En la explanada aún vamos a encontrar muchos turistas tomándose fotos sobre los cilindros a rayas blancas y negras. Si seguimos avanzando vamos a llegar a los Jardines del Palacio Real, la fuente y las galerías que encierran el jardín. Ya en este punto habrá menos cantidad de turistas. Los jardines son un buen lugar para descansar un rato y tomar algunas fotos y en verano los árboles nos ofrecen una sombra muy agradable. Además recorrer las vidrieras de las boutiques de las galerías que rodean el jardín será seguramente una experiencia distinta a todo lo que venimos viendo. Para seguir nuestro camino, debemos una vez más avanzar y trasponer las columnas al final de los jardines en dirección a la Rue de Beaujolais.   Este lugar para mí  una especie de “puertita” que, como en los sueños o cuentos de nuestra infancia, nos llevará a otro mundo. Atrás habrán quedado las multitudes y el ruido. Habremos llegado a una calle sin salida, angosta y típicamente parisina. A nuestro frente se abre una escalera encerrada entre los edificios que nos invita a subir. A nuestra derecha pasaremos por el restaurant A Casaluna, que si el horario es adecuado y el bolsillo lo permite nos  tienta a quedarnos a comer algo. Si decidimos seguir nuestro camino, no tenemos más que subir la escalera en dirección a la Rue des Petit Champs, la que vamos a cruzar. Perpendicular a nosotros está la Rue Vivienne.  A pocos metros sobre esta calle se encuentra el restaurant Le Grand Colbert, que quienes amamos las películas románticas, recordamos por la escena donde Jack Nicholson interrumpe la cena (y algo más) que disfrutaba Dianne Keaton junto a Keanu Reeves en Something ´s Gotta Give (si mal no recuerdo acá la conocimos como Alguien Tiene que Ceder). Disgresiones al margen, mi propuesta es doblar a la derecha por la Rue des Petit Champs unos metros hasta la Rue de la Banque. En el número 5 de esta calle encontramos la Galerie Vivienne. http://www.galerie-vivienne.com/ Sólo 850 metros y diez minutos de caminata (si no nos hemos  detenido) nos separan de la Pirámide del Louvre. Y les aseguro que nos sentiremos en otro mundo. Habrá turistas ya que en todo París hay turistas, pero no multitudes y el ambiente será totalmente diferente. La Galerie Vivienne es pasaje cubierto que data de 1823 y tiene para mí un significado especial ya que lo conocí hace miles de años durante mi luna de miel. Creo que llegamos ahí de casualidad y nunca lo olvidé. El problema es que sí olvidé cómo llegué allí, la zona donde se encontraba. Cuando 20 años después pude regresar a París como festejo de aniversario,  no lo encontramos ya que yo ni siquiera recordaba su nombre. Como dije, “el que no sabe es como el que no ve”. Para ese momento (año 2009) mi hermana ya vivía en la ciudad, pero mis pocos datos no ayudaron a que pudiera localizarlo. Es más, creo ella que nunca estuvo ahí. Pasaron los años, se sucedieron los viajes (uno por año – me prometí y vengo cumpliendo) hasta que en 2014 una amiga de mi hermana me manda un mail con algunas sugerencias de lugares para conocer y ahí estaba la famosa Galerie Vivienne. Al día siguiente, mapa de papel (por supuesto) en mano, la encontré después de dar muchas vueltas. Me pasó algo un poco parecido a la canción de Serrat: me sentí como

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Cuál es la mejor época del año para viajar a París ?

LA MEJOR ÉPOCA DEL AÑO PARA VIAJAR A PARÍS ……. La mejor época del año para viajar a París es cuando VOS PUEDAS. Porque te dan las vacaciones, porque conseguiste un pasaje barato, porque es tu aniversario, porque son las vacaciones de los chicos, o por la razón que sea. Sería obvio aclarar que cuando el clima es más benigno y los días son  largos se puede aprovechar más la jornada. Los meses de abril hasta mediados de julio y de septiembre a mediados de octubre parecerían ser los ideales. Por qué dejo de lado fines de julio y agosto?….Porque las tres últimas “canículas” en agosto 2012 y julio 2015 y agosto 2016 coincidieron que mi estadía…..Y lo sufrí. Mucho. El clima de París no suele ser cálido. Y cuando ocurren esas excepcionales temperaturas mínimas que superan los 35 °, y no bajan ni de noche, y duran varios días…..no hay mucho por hacer. No es habitual que en las casas y comercios haya aire acondicionado. Sólo en los hoteles de 3 estrellas o más hay refrigeración. En la mayoría de los restaurantes, incluso a orillas del Sena, hay “climatisation naturel”, es decir ventiladores que hacen circular el aire caliente. El motivo es que lo consideran poco ecológico, no está permitido modificar las fachadas de los edificios para colocar equipos (ni siquiera las fachadas interiores), y además al ser un fenómeno tan poco frecuente, si sucede, se la aguantan. Así como mucho calor limita las horas que podremos disfrutar en el día, mucho frío,  también. Los meses de diciembre a marzo suelen ser los más fríos. Sin embardo, lo bueno es que así como la refrigeración no es buena, la calefacción es excelente en todos lados. Por eso si la elección de la fecha no es tan flexible, no dejes de viajar por no poder ir en “la mejor época”. Nadie te puede garantizar que por ejemplo no te pesque una primavera tremendamente lluviosa como la de 2016 que incluso inundó el Sena y no se puedo pasear en su costa por varias semanas. Tratá de elegir la mejor fecha de acuerdo a tus posibilidades, sin perder de vista que siempre algo “puede fallar” y no por eso el viaje dejará de ser maravilloso. Quién te dice que no tengas la tremenda suerte de que te toque un invierno benigno como el 2015, o un veranito fresco como fue al principio el de 2016 (hasta que lleguée yo???. El clima de París es muy impredecible!!!!!!…. Te sugiero llevar pensados algunos itinerarios para los días de peor clima, idealmente alguno que no se le ocurra a la mayoría del resto de los turistas que quieran huir del calor, el frío, la nieve o la lluvia…….   CUANTOS DIAS NECESITO PARA CONOCER PARIS?….. Como siempre, va a depender del tipo de viaje, de la cantidad total de días, de las preferencias, de las posibilidades….De tantas cosas!!!.. En mi humilde opinión, te diría que trates de reservarle a París un mínimo de tres noches, cuatro días. Ideal serían 5 noches a una semana. Quien pudiera!, no?. No soy partidaria de los viajes que se pasan sobre un avión, tren, auto o bus, “picoteando” un montón de ciudades. Mucho influye si llegás y/o te vas en tren, auto o avión, ya que de eso va a depender mucho cuanto se pueda aprovechar el día de viaje. No es lo mismo llegar a las 7 de la mañana al centro de Paris en un tren  (donde con suerte dormiste un montón) o a mediodía en el Eurostar desde Londres, que llegar a algún aeropuerto alejado del centro por la tarde. Los viajes en avión  nos obligan a estar en el aeropuerto entre dos y tres horas antes. El viaje hasta el aeropuerto  nos va a insumir entre media y una hora más  como mínimo, dependiendo del día y la hora.  Eso puede provocar que el día de llegada y/o el de partida no puedan aprovecharse plenamente. Teniendo todas estas variables en cuenta, te recomiendo organizar itinerarios que te permitan aprovechar al máximo los días de arribo y partida. Y como ya se sabe, es imposible comprimir todo París en unos pocos días. La idea es organizarse para aprovechar al máximo sin morir en el intento. Viajar no es sufrir por lo que no pudo hacerse, sino disfrutar a pleno lo que sí. Tampoco correr de una punta a la otra sin poder detenerse a tomar un cafecito reparador, o tirarse en un parque a descansar o simplemente contemplar la vida pasar. Además siempre es bueno quedarse con ganas de volver.   RECOMENDACIONES AL ARMAR EL EQUIPAJE He aquí una simple recopilación de las cosas que nunca faltan en mi valija Un pareo para usar de lona (pesa menos y no ocupa espacio en la cartera o mochila) y poder tirarnos a descansar en un banco, un parque o para improvisar un pic-nic. Un pequeño paraguas. Paris es lluvioso en cualquier época del año. Puede llover y parar varias veces en un mismo día y volver a salir el sol otras tantas. Un piloto liviano. Por el mismo motivo anterior. Calzado cerrado. Siempre. Aunque haga calor, porque en todos los parques (Luxemburgo, Tullerías, Versailles, …todos), los senderos son de unas piedritas muy chiquitas y filosas, mezcladas con arenisca que se meten entre los dedos de los pies y pueden lastimar además de ser muy incómodo. Una botella para recargar agua. En los parques suele haber bebederos y el agua es totalmente segura. Si viajan chicos no tan pequeños, digamos entre tres y cinco años,…hasta seis, no descarten llevar un cochecito plegable, tipo paragüitas. Los franceses usan mucho esos coches con niños no tan bebés. Es un aliado cuando los chicos se cansan y no quieren caminar. No van a llamar la atención como sucedería en Argentina. En verano, si por casualidad piensan aprovechar alguna piscina en un lugar público o parque acuático, llevar gorra de látex para las mujeres y traje de baño tipo “sunga”

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Desde otros ojos Garganta del Diablo – Iguazú – Argentina

Los veranos son agobiantes. Todos los presentes usan cualquier pertenencia cual abanico para tratar de combatir la temperatura. Los pañuelos y toallas pasan de mano en mano para secar la transpiración y poder seguir apreciando el paisaje selvático que nos rodea. Yo estoy ahí. Los pasos retumban en las pasarelas de metal combinándose con risas o gritos de sorpresa ante cada salto de agua que ofrece la Selva. Las esquinas se tornan intransitables por momentos, cochecitos con bebés, madres, abuelas, padres, tíos y amigos tratan de pasar pero sin perderse nada. Yo sigo ahí. Desde arriba todo se aprecia mejor. Todos bajan sus miradas hacia los caudalosos ríos donde conviven especies que ninguno de los visitantes se imagina. Yo sigo ahí, observando. Las lanchas y botes del lugar, vehículos cosmopolitas si los hay, hacen rugir sus motores llevando de paseo a personas de distintos puntos del mundo que por unos minutos son salpicados por las poderosas aguas. Vi mil veces esta escena pero la sigo disfrutando. Todos los presentes de manera inexorable se dirigen hacia la estrella del lugar. Los carteles con sus flechas los van guiando respetando las inevitables paradas por algo refrescante. Yo sigo sus pasos, se acerca mi momento. Pasado una última curva y luego una extensa pasarela que desemboca en un gran balcón aparece ella, la Garganta. Es pura fuerza, puro poder. Cientos y cientos de litros de agua que la Selva deja caer en un descontrol ensordecedor. Yo sigo ahí y cada vez más cerca. La bruma nubla la vista y el asombro genera la distracción necesaria. De un salto ágil y rápido arrebato las dos naranjas que venía siguiendo desde hace varios minutos. “¡Mamá se lleva las naranjas!” grita la voz de una nena. La madre simplemente se ríe. El golpe fue un éxito y las naranjas deliciosas. La Garganta del Diablo y la Selva siempre serán los mejores cómplices de un coatí.     Por @matute_btn

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Ilhabela: La isla bonita

[vc_row][vc_column][vc_column_text] Tropical the island breeze All the nature wild and free This is where I long to be La isla bonita…   Como su nombre lo indica, Ilhabela es una isla, la más grande y la única habitada del archipiélago de São Sebastião, en el litoral norte paulista. queda a 180 km del aeropuerto de Guarulhos, llegar no es difícil, salvo el trecho complicado del Camino da Serra, que te lleva, en los 40 km más electrizantes que vas a vivir en tu vida, con curvas de 90°, contracurvas, selva, precipicios, motoristas que manejan como si fueran Ayrton Sena, muchas veces lluvia torrencial o niebla cerrada y unas cuantas malas palabras, desde los 800 metros de altura del planalto brasileño a la orilla del mar. Una vez en São Sebastião, hay que subir al ferry y hacer los últimos 20 minutos por agua. En promedio, tardamos 12 horas desde que salimos de casa en San Fernando hasta pisar la isla y, salvo el tren, usamos todos los medios de transporte disponibles. ¿Vale la pena semejante viaje? Por supuesto que vale la pena. Ilhabela es un rejunte de morros altos (llegan a más de 1300 metros de altura) cubiertos en un 90% por lo que se conoce como Mata Atlântica (selva impenetrable le diría yo), por lo que la civilización se distribuye a lo largo del canal de Sao Sebastião, que la separa del continente, de unos 35 km, de norte a sur. Una calle, una línea de casas, que apenas se animan a subir los morros, y una seguidilla de playas desde Ponta da Sela en el extremo sur hasta Praia da Jabaquara en el final del camino, al norte. No hay lujos. No existen resorts, ni all inclusive ni hoteles 5 estrellas. Son más bien posadas, con algunos hoteles que no pasan las 4 estrellas. Todos en contacto con la naturaleza, con cascadas naturales que bajan de los morros por los pasillos, muchas piedras gigantes que forman parte de la decoración y algún que otro bicho medio salvaje que te cruzas cuando vas a desayunar, metidos en el medio de la selva, que llega hasta el borde mismo del mar. Se hace un culto a la vida simple y natural, con el respeto por el medio ambiente como lema. Ilhabela tiene un solo defecto. Los borrachudos. Unos mosquitos gordos que, en lugar de picar, muerden. Autóctonos, no existen en el continente y como la isla es una gran reserva natural del estado de São Paulo, no se los combate demasiado. Del lado habitado se soportan. Off en mano, sobre todo a la mañana y a la tardecita, se sobrevive dignamente. Alguna picadura ligas y no vale la pena resistirse mucho. Del otro lado, la cosa se pone más espesa. Imposible pensar en cruzar la mata o llegar a las praias do fora sin ir preparado. Venden en toda la isla un aceite de citronela que te protege, pero solo si te untas cada dos horas. Sin eso, mi humilde recomendación es: no se les ocurra cruzar. Ilhabela, en total, tiene más de 40 playas. Podes elegir hacer lo que te pinte. Si la idea es ir a pasar unos días sin hacer nada más que tumbarte al sol y ver el tiempo pasar, es el lugar indicado. Si la idea es no parar ni un minuto, y no repetir el programa, también es el lugar indicado. Ahí radica la magia de la isla. Todos los días tiene algo distinto para ofrecerte. ¿Tenés ganas de tirarte en una playa a mirar cómo va cambiando el color del mar, del verde intenso de la mañana, al azul profundo del mediodía y al plata brillante de la tarde? Andá a Praia dos Barreiros y tirate bajo alguna de las palmeras. ¿Tenés ganas de hacer surf? Cruzá a Bonete, por mar en un flexiboat o caminando desde la Ponta da Sepituba, 6 horas de trilha por la selva espesa y al llegar, además de con una vista increíble, el mar que entra encajonado entre dos morros, te espera con las mejores olas. ¿Preferís probar el equilibrio haciendo stand up paddle? Pasá por Perequé, ahí aquilan. Y te enseñan, si hace falta. ¿Querés ver cómo es la cultura caiçara, la de los habitantes originarios de la isla? En la Secretaría de Cultura, en pleno Centro da Vila hay exposiciones permanentes de fotografía y trabajos en madera. ¿Tenés ganas de leer debajo de un chapéu do sol y que nadie te hable? Andate a Praia do Pinto, no hay un alma. ¿Querés ver cómo llega la baleira de pescadores con el peixe vermelho que acaban de pescar y te van a cocinar a la chapa para almorzar al mediodía?  Andá a la Praia Viana. ¿Querés alucinarte escuchando el sonido de las piedras, sonido con el que los caiçaras advertían al resto de la isla de la llegada de galeones portugueses? Golpeá cualquiera de las piedras de la Praia do Sino. Suenan como campanas. Y son piedras. Una cosa de locos. ¿Estás para tomarte una caipirinha viendo cómo el mar se pone plateado al atardecer? Andate a alguno de los quiosques de Saco da Capela. ¿Te gusta hacer trecking? 7 horas de trilha por la selva espesa te llevan al pico del Morro São Sebastião, con una vista del canal y de la isla que te dejan sin palabras. ¿Querés sentirte Sigourney Weaver en Gorilas en la Niebla? Tomate el jeep que cruza los morros por la Estrada de Castelhanos. Y no dejes de probar la caipira que preparan los caiçaras en la playa. Con cachaça artesanal y hojas de mandarino, te pegas un viaje que mamita querida. ¿Querés bañarte bajo una cascada que cae desde más de 40 metros? Subí a la Cachoeira do Gato. ¿Querés darle la vuelta a la isla por agua? Hay excursiones en unos botes que te sacan a mar abierto y hasta podés llegar a tener golfinhos nadando a la par. ¿Querés dormir en una playa desierta? Hay una

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París: datos que pocos saben y está muy bueno saberlos

PRIMERO LO PRIMERO. (PARA UBICARSE MEJOR) París se divide en 20  “arrondissements”, especie de distritos administrativos, que a su vez se dividen en “quartiers” similares a nuestros  barrios. Estos distritos se numeran del 1 al 20 formando un caracol o espiral desde el centro, moviéndose en el sentido de las agujas del reloj. Los barrios más conocidos por su nombre  o que más “nos suenan”, son por nombrar algunos el Barrio Latino (quartier latin en el 5éme arr.), Saint  Germain (6éme arr), Montmartre (18éme arr.), Bastilla (11éme arr.), Montparnasse (14éme arr),  Les Marais (nosotros  diríamos Le Maré, N° 4, 4éme), L’Opera (9éme arr) y Bastilla (N° 11, éme). Los que se encuentran arriba del Sena pertenecen a la Rive Droit (ribera derecha) y los de abajo son los de la Rive Gauche (ribera izquierda. La îsle de la Cité (donde está la catedral de Nôtre Dame) pertenece a los distritos 1 y 4 mientras que la îsle de St. Louis, está completamente en al 4°distrito. Los límites entre los arrondissement no están delimitados de un modo visible. Incluso una misma calle o avenida, puede pertenecer a dos  diferentes a lo largo de su recorrido y/o según la vereda. Si en algún momento necesitamos ubicarnos, sólo es necesario buscar el cartel de metal azul con letras blancas que indica el nombre de la calle o avenida. Ahí claramente  puede verse en la parte superior en qué número de arrondissement estamos. Los arrondissements también aparecen en el código postal de las direcciones, lo que puede servirnos cuando debamos ubicar un hotel, departamento o atracción. El código postal de París es el 75000, de modo que cualquier dirección cuyo código postal sea 75005 estará ubicado en el distrito n° 5 y de ese mismo modo del 01 al 20. ¿DONDE CONVIENE ALOJARSE? (DONDE MÁS TE GUSTE….) Ni bien terminamos de decidir nuestro viaje a Paris, comenzamos a pensar dónde conviene que nos alojemos. Si es nuestra primera experiencia, la incertidumbre es aún mayor, ya que no tenemos referencia alguna, más que el consejo  de amigos que hayan viajado…..o alguna opinión que encontramos en la web. En mi caso, la primera vez que viajé a New York, me guié por consejos de conocidos, y no me gustó para nada la zona donde reservé el hotel. Por eso creo que vale la pena estudiar un poco nuestro destino y según nuestras preferencias y posibilidades, hacer una correcta elección. En primer lugar, debemos saber cual es nuestro presupuesto sin perder de vista que el alojamiento en París es caro. En segundo lugar y en base al presupuesto, a la cantidad de días que vayamos a estar,  la cantidad de personas que viajan, sus edades y gustos, tendremos que ver si la mejor opción es hotel, departamento, hostel o habitaciones en casas de familia. Existen muchos buscadores y páginas donde encontrar alojamiento en cualquiera de estas opciones. Por último y no por ello menos importante es elegir donde???!!! Analizando el mapa de París, podremos ver que las principales y más conocidas atracciones turísticas están concentradas en los distritos 1, 2, 4, 5 y 6. Obviamente, por esa razón, son los más caros. Me refiero puntos más tradicionales que visitaremos sí o sí, ya que toda Paris ofrece lugares increíbles para conocer. Pueden ver que la Torre Eiffel en el 7 ème, el Trocadero y el Arco de Triunfo en el 16 y en especial el famoso  Montmartre (donde  está el Sacre Coeur) ubicado en el 18, son las atracciones turísticas más alejadas del resto de lugares de interés. Cuanto más cerca estemos de los lugares que queremos conocer, más aprovecharemos el tiempo y menos gastaremos en transporte ya que habrá días en los que si organizamos bien las recorridas, podremos manejarnos caminando la mayor parte del tiempo. Una alternativa menos cara (digo menos cara, porque barato en París no hay casi nada), es elegir alojamiento en los barrios que lindan con los más centrales, tratando de ver que estemos situados cerca del límite que nos interesa y no en la otra punta. Ojo que en los distritos muy grandes hay zonas muy diferentes entre sí. Por ejemplo  el 14, debajo del o 6 en la zona del Bvd Quinet) es un barrio con mucha vida nocturna, llena de restos abiertos por la noche; el 2 (el barrio financiero) y el 3,  son distritos pequeños que se ubican están sobre el 1 y el 4 en la orilla derecha que es menos cara que la izquierda. O al menos lo fue hace algún tiempo. Los distritos 7 al 13 también tienen lugares con mucha vida donde es lindo alojarse. Así como  el 15 y el 16 donde podremos sentirnos un parisino más. Si estamos cerca de alguna estación de metro o parada de ómnibus que nos acerque, son buenas opciones. Al resto de los distritos del norte los conozco menos como para opinar. Otra opción a tener en cuenta son las ciudades satélite de París como La Defénse al oeste a la que llegamos con la línea de metro 1 o la zona de Vanves , Malakoff y Montrouge que se conectan a París, entre otros medios de transporte por el metro línea 13. Un aspecto muy importante a la hora de elegir nuestro alojamiento es la cercanía con las estaciones de metro, ya que será este el medio de transporte más eficiente para trasladarnos en distancias largas ya que nos evita el tránsito de la superficie. Las líneas de metro que al menos yo utilizo más frecuentemente son 1, 4, 6 y 13. Pero la red es tan amplia que cualquiera que sea la estación que  tengamos cerca seguramente nos conectará con todo lo que queramos visitar.   Por @arromariagarcia

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Diario de un nativo Villa Gesell – Argentina

Desperté de golpe y sorprendido por los temblores. Me quedé unos momentos quieto para ver si no se trataba de algún sueño malintencionado ya que, al acercarse la Época, las pesadillas suelen atacar a diario como una advertencia. No vaya a ser cosa que no estemos preparados. Al ver que el sueño no era el culpable de las vibraciones, me cambié rápido y ajusté el chaleco. Asegurando el gorro escarlata y con el báculo en la espalda abrí la puerta dejando entrar la luz del sol. La aldea era un caos y sospecho que me había quedado dormido. Por la calle principal corrían varios empujando los carros que cargaban hojas, ramas y troncos con el fin de cubrir entradas y ocultar las ventanas. A diario varios veraneantes sospechaban de nuestra existencia cuando en la oscuridad titilan luces que no pertenecen a sus faroles. Corrí hasta el árbol principal donde ya todos se agolpaban para obtener sus tareas y designaciones. Era costumbre que el Consejo de Antiguos determinara que haría cada uno para sobrellevar sin dificultades la Época marcada por el calor. Aquellos que dominan la magia suelen dirigirse a los caminos para remover la tierra y evitar que nuestros pasos llamen la atención. Los que poseen habilidades para hablar con los árboles se encargan de negociar año tras año la forma de las ramas y la orientación de las hojas. Siempre hay que hacer todo lo posible para que la aldea quede oculta a los ojos bárbaros. Uno de los grupos más reconocidos de la sociedad eran los Mensajeros. Muchos de nosotros ansiábamos crecer para lograr formar parte de esta selecta organización que establece contacto con aldeas vecinas a lo largo de la costa. Intuyo que mi juventud hacía que no tuviera hasta hoy un rol preponderante en los trabajos de Época. Sin embargo, esta vez, uno de los Antiguos me señaló y me pidió algo que me hizo temblar de pies a cabeza. Tenía que dar la señal. Tenía que asegurar el inicio. El Antiguo se acomodó la barba y tocó la punta de mi báculo para darme la orden. Sin dudarlo, salí a toda velocidad rumbo norte. Raíces, piedras, caminos, pasto, arena y médanos pasaban bajo mis pies mientras los árboles aplaudían mi carrera. Cuando el bosque comenzaba a quedar atrás me crucé con los primeros vehículos que ya formaban filas y las risas de los extranjeros se hacían notar. La Época daba claras señales de su inicio pero tenía que llegar al punto de aviso cuanto antes. Una vez que el bosque dejó de dominar el paisaje supe que estaba cerca. La sorpresa fue impactante, el Muelle se metía mar adentro con los pájaros a su alrededor buscando alimento. Fueron segundos de asombro, giré la vista y ahí estaban. Se abrían ahí, primerísimas y solitarias. Había sombrillas. Levanté el báculo al cielo y lo hice girar. El viento se hizo más fuerte, las olas crecieron con su fuerza y la temperatura subió aún más. Tenía que huir con prisa sin dejar de dar un salto rápido sobre un cartel que indica “Villa Gesell”, una costumbre antiquísima. No podía dejar que la emoción de un simple duende arruine la ilusión de toda la Época.   Por @matute_btn

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Todo lo que se necesita saber de Bolivia y mucho más

«Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Cabalgar kollas en llamas más allá de Chamaleo. He visto campos de coca brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tinwanacu. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de partir… a Angola.» (Premio para el que pueda explicar qué carajo significa esa oración) Acá ando ahora, viviendo otras experiencias en Angola. Pero esa será otra historia. El viaje desde una ciudad pequeña del interior santafesino hasta cualquier destino en el exterior, como siempre, es un parto. Tomarse algo a Rosario, de ahí algo a Buenos Aires, de ahí algo a Ezeiza. Y así. Como volé por Sky Airline, una aerolínea regional low cost, también hice tres escalas desde Ezeiza a La Paz. Básicamente es un bondi lechero pero arriba te dan un sandwich y bebidas, no muy diferente en el resto. Salí de Ezeiza, hice escala en Santiago de Chile donde me encontré con un entrañable amigo y tomamos unos cafés, boludeé en el aeropuerto Merino hasta las 7 de la mañana. Otra vez “arriba que nos vamos”, con escalas en Arica, Iquique, y finalmente La Paz. Impresionante el norte chileno: desértico, seco, por lo menos lo que se veía mientras bajábamos y los alrededores del aeropuerto un embole total. Deberían cerrar esas ciudades, mudarlas, o regalárselas a los bolivianos. También llegando a La Paz se ve el lago Titicaca, grande y hermoso. Si yo fuera el Evo le cambiaría el nombre, no va con la pinta del lago. Hablando de nombres de mierda, se me ocurrió pensar que éste influye muchísimo en el devenir histórico de pueblos, imperios o ciudades. Me los imagino a los conquistadores españoles, eligiendo atacar de acuerdo a la sonoridad de esos nombres. Por ejemplo: si vos fueras un Adelantado atacarías a los Tehuelches o a los Diaguitas? Los primeros tienen un nombre con una resonancia viril, la T y la CH prácticamente son golpes, de hecho acabo de escribir esa palabra en la notebook y sonó como en una Olivetti de las viejas!. No revisé el cómic Cabo Savino, pero estoy seguro que es la onomatopeya para un golpe de boleadoras en el marulo de un fortinero. En cambio… Diaguitas… No me extraña que apenas haya rastros de esta tribu, que a causa de ese nombre deben haber sido barridos al toque. Otros nenes también los AZTECAS…. Aztecas…. El mismo nombre ya impone respeto!. ‐ Capitán, nuestro señor ha dado la orden de atacar la ciudad de Tenochtitlan. El pérfido Moctezuma ya anda con sus gentes cerca de aquí, todos sus Calpullis en pie de batalla. Forman con él las huestes de los señores de Mazatlan, Coatzacoalcos y Tochtlan. Ni que hablar que también están los guerreros Jaguar de Nezahualcoyotl. ‐ Qué es un calpulli? (se ilusiona el capitán). ‐ Son los regimientos de esos guerreros jaguar, águilas, etc. Y el capitán, que era valiente pero no boludo: ‐Dejaos de joder, mejor ataquemos a los Diaguitas de la fortaleza de Atamisqui.   Bien por el capitán, sabia decisión. Esto era un guerrero Jaguar, que debía matar uno de esos bichos para ser admitido en este cuerpo de élite: De nuevo por si no es claro. Además de los guerreros éstos que peleaban mano a mano con jaguares, los mexicas tenían a los guerreros águilas: Y acá están los diaguitas, pobres ángeles….     Me fui al carajo, desde el lago Titicaca hasta cualquier lado.   La Paz La Paz, una ciudad muy linda. Me sorprendió lo bien que se veía. Las calles impecables, limpias. Flores en los canteros, orden. Lo único que me resultó exasperante es el sosiego de la gente. Muy amable, con esa rusticidad y paciencia que te da el altiplano, pero demasiado lento todo. Por suerte fui a un hotel como la gente, que de haber sabido lo que me esperaba en Mayaya hubiera arrasado el minibar y me hubiera pegado un baño de inmersión de 4 horas mínimo. Lamentablemente no fue así. Después de más de 36 horas de dormir en colectivos y aviones no sabía si me había apunado o simplemente estaba fusilado. De todas maneras no iba a perderme caminar la ciudad, así que me fui hasta la Basílica de San Francisco, en la plaza del mismo nombre. Vi que al lado del templo había un museo abierto, así que me mandé y empecé a recorrer el patio. Es un antiguo convento convertido en centr cultural, nada mejor para visitar La Paz antigua.   Luego de un par de fotos, me enteré que lamentablemente el museo no fue socializado por Evo como me imaginé al principio, ya que una chola de gesto adusto me informó que tenía que pagar. Dado que no tenía bolivianos me fui, dejando para otra oportunidad la visita. Caminé por una callecita lateral donde venden artesanías y me metí a un café. Al otro día, me vino a buscar Pepone, un personaje de los más interesante. Ingeniero geólogo, trabajó en la minería de diferentes minerales cuando pudo hacerlo, y cuando cambiaban los vientos políticos se dedicaba a otra cosa. Muy buenas anécdotas, como una vez que relevando con un colega en plena selva un yacimiento de asbesto durmieron arriba de unas chapas de amianto, para darse cuenta al otro día que debajo de las chapas había un nido de escorpiones. Un tipo de lo más lúcido, había que llevarle el tranco a través de los caminos barrosos de las explotaciones pese a sus 73 años, y manejando esa ruta infernal de Caranavi a Mayaya con tanta soltura que parecía fácil. El camino desde La Paz a Mayaya es bastante tortuoso y complicado, pero con unos paisajes impresionantes. Entre Teoponte y Caranavi directamente es una huella entre riscos, ya que están ampliando la Ruta Nacional 26 para permitir la explotación en campos petrolíferos mucho más al norte. Hay que armarse de paciencia y rezarle al conductor. En La Paz la ruta arranca a 3.800 mts de altura sobre el mar, con

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Reflexiones a más de 300 km/h en un TGV

Siempre quise decir “escribo esto mientras atravieso Europa en un tren de alta velocidad” y eso es exactamente lo que hago ahora, a bordo de un TGV que tomé hace menos de una hora en la estación de Cannes. En la sala de espera, miré largo rato a una paloma más marrón y más peluda que las que tenemos nosotros en Colegiales o en San Telmo. Estaba en el piso, refugiada en una esquina del hall, la cabeza hundida en el cuello. Cada tanto trataba de erguirla para mirar a su alrededor, supongo que intentaba adivinar quién sería su asesino. Pensé en ella, en su suerte echada sin remedio. Esta noche, cuando la Gare quede desierta y pasen los mozos de la limpieza, seguramente la maten a escobazos o la saquen a la calle para que algún gato o un perro puedan comer de su carne. También imaginé que una nena francesita con el pelo a la garçon se escapaba de la mano de su madre y la alzaba, la llevaba a su casa, la curaba y luego la liberaba. Recordé que eso hizo una tía mía una vez. Su marido se había muerto y a los pocos días una paloma gris se refugió en su balcón. Tenía una pata herida. Mi tía la curó, la cuidó por un mes y luego la dejó ir, no sin antes avisarle a toda la familia que lo que había sucedido era que el alma de su difunto esposo la había visitado en forma de paloma gris. Esta era marrón, ¿sería el alma de un mulato? Me lo pregunto a trescientos veinte kilómetros por hora, una velocidad más que suficiente para arrollar palomas y cualquier tipo de pájaros, cosa que ni me importaría si no fuese porque acabo de ver una en sus últimas horas y me quedó su cara de “qué rápido fue todo” grabada en la cabeza. A mi lado viaja una chica, se subió en Avignon, allí donde una vez hubo un Papa, el Papa de Avignon. Me gustan las historias de Papas, las intrigas de la iglesia. Me las doy de que sé mucho de ese mundo, quizás no sea del todo mentira, quizás sepa un poco más que alguna gente. Por ejemplo sé que hubo un Papa y un Anti Papa, todo en Avignon que ahora que ato es, además, un pueblo con un puente sobre el que todos bailan. Ajena a mis pensamientos, la chica se comporta como una verdadera francesa. Pelo lacio, algo regordeta, lentes con marco de color, usa una botella con una pajita para darle agua al gato que lleva en una jaula. Me gustan mucho los gatos, aunque es muy probable que uno de ellos esta noche se coma a la paloma enferma de la Gare de Cannes. Al principio miré la jaula y pensé que estaba vacía. Miento, no vi bien y pensé en preguntarle dónde estaba el gato, pero también pensé que mi francés de secundaria está oxidado y que ella no hablaría inglés. Ridículo, todos hablan inglés, mucho más una chica en el vagón de primera de un TGV. ¿Do you a have a cat inside? le dije entonces, señalando la jaula y me respondió que sí, que look inside, y yo que oh is very beautiful y ella que thank you mercí mientras le acercaba la pajita a la boca de un animal que, la verdad, no llegué a ver del todo pero dije que era very beautiful porque si decía que no lo veía ella tenía que levantar la jaula y toda la operación se iba a complicar. Recién caigo en que no escuché un solo maullido. Y ahora, mientras caigo en que no escuché ni un solo maullido, la gordita pone la jaula sobre la mesa, abre un poco la reja y le hace mimos al conejo que está adentro. No lleva un cat, lleva un lapin, que la verdad no suena ni cerca del cat que estoy absolutamente seguro que dije. No me gustan especialmente los conejos, no me gusta la expresión “cogimos como conejos” sobre todo porque una vez vi a un conejo cogiendo y el alarido que pegó al acabar me dio mucho miedo, o más bien pena, no sé si por el pito del conejo o por la cosita de la coneja, pero me dio pena. Ahora la chica se fue. ¿Al baño? No sé, quizás al salón comedor. Me dejó la jaula al lado. El lapin pega su nariz a la reja, le acerco un dedo como un acto reflejo, soy de tocar animales. Estoy cerca de pasarlo para el lado de adentro pero imagino que mi índice se transforma en una zanahoria y que el rabbit -que por cierto tampoco suena a cat, I saw cat, me cago en el Papa de Avignon- empieza a roerlo y no, mejor no lo paso y sigo escribiendo en el TGV que ahora debe ir a trescientos cuarenta porque, la verdad, tiembla bastante. Hay un sssssss neumático muy agradable que viene detrás, se abre la puerta, ha de ser la chica que regresa de orinar o de comprar algo. No, es una cosa marrón que me huele la pierna. Un perrito, o mejor dicho el hocico de un perrito. Dos metros más atrás, sujetando la correa, viene una francesa de unos cuarenta o cincuenta años, es difícil saber la edad de las francesas, no sé por qué pero es difícil. Rubia de pelo corto, casaca de cuero beige, me mira con algo de culpa porque su perro me olió la pierna, le pongo cara de que me encantan los perros aunque alguno de ellos capaz que esta noche se come a la pobre paloma de la Gare de Cannes. Me mira pero no me parece que entienda mis ojos de me encantan los perros, es posible que mi sonrisa no haya sido tan explícita, quizás no me di a entender del todo y temo que si le saco conversación, el perro se transforme en algo, que de chian pase a no se qué, como paso con el gato que se hizo conejo en

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Mi Tokio es… Cartagena

La cosa ya empezó torcida. No fue un destino elegido, Copa me dio dos vouchers por un equipaje que demoró dos días en llegar a Panamá –hubo que comprar ropa nueva allá, lo cual después del comprensible momento de IRA estuvo buenísimo por la enorme oferta del Multiplaza- y, ya de regreso en Buenos Aires, en una mediación resolvimos zanjar el reclamo con esos vouchers que, no recuerdo si por el monto o por otra razón, permitían viajar ida y vuelta a cualquier destino sudamericano. Creo que hubo que poner algo mas de dinero, eso no lo recuerdo, pero se que el origen de ese viaje fue darle uso a los vouchers. Sugerencia de mi ex esposa, vayamos a Cartagena que no conocemos. Compró un booklet de Lonely Planet y, a la lectura, parecía un destino ideal. Historia, playas y paisajes paradisìacos, que mas? Enfilamos para Cartagena. No puedo decir honestamente que el lugar sea desagradable ni mucho menos. Efectivamente, playas largas, extensas. Un casco amurallado que atesora siglos de historia. Para una feria de turismo, una presentación impecable. La cuestión es que, para ir al punto, la playa en Cartagena es dominio de los vendedores ambulantes. Y la queja no es de gordito burgués que no quiere que le tapen el sol en la playa mientras está tirado en la arena. Realmente, es imposible permanecer en la playa sin que aparezcan dos o tres vendedores ambulantes de baratijas, ostras, remeras, lo que se te ocurra. Te rodean, te hablan uno sobre otro, te quitan la energía vital. El tema no es la queja contra el trabajo de vendedor ambulante sino que, simplemente, no conocen un no por respuesta. Si fueran Testigos de Jehová, en este país, esa sería la religión oficial porque es gente que jamás tira la toalla. No se van.  Nunca. Y les decís que no, y ponés tu mejor sonrisa, e inventás mil excusas para no comprar porque lo único que te interesa es sentir el sol cocinándote la cara mientras sostenés con tu esposa la típica charla conyugal carente de todo contenido útil, le decís que no tenés plata con vos, que sos alérgico a las ostras, que te queda una hora de vida y querés pasarla en paz junto al sol, lo que sea. Y no se van. Se quedan en cuclillas a tu lado y te dan una respuesta perfecta para cada excusa. “Si no tienes dinero, no hay problema, me dices en que hotel estás, como te llamas y te cobramos en el hotel” “Si eres alérgico a las ostras, no hay problema, mi primo está a dos pasos de aquí, lo llamo y el vende unas arepas riquísimas” Claro, la solución sería comprar algo para que se vayan. Pero si comprás a uno, vienen otros dos mas. Mi esposa (actual ex) contra mi consejo, compró a una pulserita. Al ratito teníamos a un ejército de vendedores ambulantes alrededor. Una vendedora hasta hasta ofrecía masajes. Y no se van. En un momento, harto de la diplomacia resolvés que tu esparcimiento en la playa debe finalizar. Tomás tus cosas y enfilàs para el casco urbano, ahí nomás, cruzando la costanera Claro, ahí también hay vendedores ambulantes y un viajero que quiere aprovechar su estadía no se va a encerrar en el hotel, vayamos a un cafecito Juan Valdez que es buenísimo y no hay en esta ciudad de Buenos Aires, el mas cercano está en Santiago de Chile Y en el camino al Juan Valdez los vendedores ambulantes te huelen, te miran con los ojos entrecerrados como el tiburón huele a su presa cercana y con la mirada le dice “Ya te vi, no te me vas a escapar” y con su mejor sonrisa de cortesía te abordan de a dos o de a tres. Y como son conocedores de la piel de turista, ya que con esa piel tienen empapelada su casa, captan tu acento y mientras arremeten con su negocio cuasi extorsivo te preguntan por Argentina, por Maradona, te dicen que aman a la Argentina y un montón de lisonjas de este país caído del mapa, o de fútbol local que a un nostálgico de su país o a un futbolero lo conmueven y lo llevan a abrir la billetera. A mi no, porque cada vez que debo regresar estoy el último día lamentándome porque tengo que volver a este pozo húmedo y espantoso que es Buenos Aires y la última vez que fui a la cancha fue cuando Los Andes ascendió a Primera, creo que en año 2000. Esto el vendedor no lo sabe y la llegada al Juan Valdez con tres vendedores (uno a cada costado y otro por detrás) es un momento de gozo enorme, como el maratonista que cruza la línea, porque el café tiene prohibida la entrada a los vendedores ambulantes. Queda regresar al hotel mas tarde, pero es algo menor. Contratamos un tour por Cartagena, es un lugar para conocer y no por no poder caminar tranquilo voy a regresar a Buenos Aires sin haber recorrido lo que pueda de ahí, y en el front desk del hotel venden dos tickets en algo llamado “Chiva”, que es un ómnibus sin ventanas y con asientos entablonados de madera. Por supuesto, sin aire acondicionado. El calor derrite. Pero al menos estamos en movimiento, hay que rescatar eso. La Chiva nos pasea por los principales puntos de la ciudad, algo lindo para ver realmente, y existe un acuerdo tácito entre el guía turístico y los vendedores ambulantes que nos miran bajar en plazas, costanera y sitios históricos y no se animan con nosotros, no se acercan a comer del contingente, como el tigre que rodea a una presa pero no la ataca porque sabe que el macho de la manada ya le puso el ojo. Saqué un montón de fotos. Finalizando la estadía, mi esposa, actual ex, quería volver a la playa lo que es mas que razonable porque la estadía anterior había sido de horita y

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Todos tenemos un Tokio

Recientemente se armó mucha polémica por un post en #BloggeroQV de @llenadepreguntas donde cuenta que en su reciente viaje a Tokio, luego de 30hs de viaje, lo que más deseaba era volverse a su casa. Es decir, se desilusionó. Pueden leer su post aquí. Y la polémica se armó porque Japón es un destino de moda y del cual la mayoría de los viajeros vuelve fascinado, incluso a niveles desmedidos con comentarios del estilo «mi vida tiene un antes y un después de conocer Japón». Por lo tanto @llenadepreguntas recibió varias críticas, todas respetuosas, pero también su actitud fue valiente y aparecieron otras personas a contar que se desilusionaron con ciudades con París, Nueva York, Praga o Londres. En toda esta discusión, un usuario de Twitter dijo esto: A mi me pareció genial el post. Porque tenes que caretearla con algo que no te gusta? Todos tenemos nuestro Tokio — ???? Νίκη ???? (@passive_apc) November 14, 2017 Y le pedí permiso para usar su frase «Todos tenemos nuestro Tokio» para escribir este post. Porque seguramente sea cierto. Cuál es mi «Tokio»? No recuerdo haber tenido un viaje en el cual lo que más deseara sea volverme a casa pero sí un lugar que me desilusionó bastante, en parte porque fui con las expectativas muy altas, y ese lugar es La Costa Azul de Francia, especialmente Mónaco. Mi visita a la Costa Azul fue en el año 2015 y era el último punto de un viaje que venía siendo maravilloso: Primero París una semana, luego 4 días en Suiza recorriendo el Lago Leman, luego un paso fugaz para la maravillosa ciudad de Annecy en Francia, luego 4 días en la increíble región de La Provence en Francia y por último 4 días en la famosísima Costa Azul al sur de Francia haciendo base en Niza. Creo que toda mi estadía en la Costa Azul resultó inversa a mis expectativas, salvo por el pueblo de Eze que esperaba que sea maravilloso y lo fue. De Niza no esperaba nada y me gustó más de lo que imaginaba. De Mónaco me esperaba el paraíso y no me gustó nada. De Cannes esperaba algo lindo y encontré algo feo. De Sanit Tropéz esperaba un lugar en decadencia y encontré un pueblito hermoso y lleno de vida. Pero lejos, lo más decepcionante de la Costa Azul me pareció la costa. Sin paisajes que me resultaran maravillosos (a excepción de EZE), con playas de piedras que no se pueden ni pisar, y con una arquitectura extraña que no llegaba a ser histórica y pero tampoco «chic» (a excepción de algunos lugares de Niza). Insisto en algo: no es que me quería volver a casa, pero desde la Costa Azul volvía a mi casa y no me molestó volver a mi casa. Pero pienso que no encuentro ejemplos tan extremos en mis viajes como le sucedió a @llenadepreguntas, porque soy de averiguar mucho antes de elegir un lugar, de asegurarme que el destino me va a encantar. Para eso tengo mis métodos. Aunque todo puede cambiar en el próximo viaje en que iré a California y le tengo cierto miedo. Pregunta para ustedes: cuál es su «Tokio» ?  

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Historias de la India

14/12/2001…. llegué a Mumbai , India Llegue por fin a Mumbai hoy a las 2.30am,  no entendía nada, no era un aeropuerto normal, era en medio de la nada,  hacía mucho calor, y estaba el cielo aún oscuro, olores muy fuertes a especias y  otros indescriptibles para mí. Apenas bajé del avión seguí la fila de gente que me llevaba a un hall donde un guardia sentado con una escopeta  le gritaba a todos, la humedad del ambiente era insoportable, se escuchaba un fuerte zumbido de mosquitos constantes y  grillos a lo lejos, todo eso en unos pocos segundos. Fue fuerte el shock pero alucinante al mismo tiempo, esto es increíble siento que pase a otra dimensión, no es como nada de lo que he conocido hasta ahora. Me quede en el aeropuerto y me hice amiga de una italiana nos quedamos charlando un largo rato, ella vino a la India  hacer meditación y me contó todo sobre el tema,  pero se fue a las 4.00am y me quede sola nuevamente. Me puse a leer y puse cara de venir seguido a la India, para que nadie siquiera se anime a acercarse,  porque  a  los  que  más miran es a los perdidos y no los dejan en paz, así que  me quede leyendo el libro Siddhartha que me regalaron Granada y sus amigos en Madrid. Me hicieron una despedida increíble, y aproveché para quedarme leyendo mi nuevo libro mientras esperaba mi valija que no llegaba nunca, no quería ni pensar que podría pasar si me volvía a tocar una situación similar a la que me toco vivir en la isla de Elba a casi 48 hs del casamiento de Richi y Matilda, llegamos a Italia y mi valija nunca llegó. Resulta que la habían mandado a Thailandia. Por fin la recupere,  si 1 semana más tarde cuando regrese a Barcelona ella llegó conmigo. Ese recuerdo me paralizo totalmente porque esto no era ni España ni Italia, estaba en India  sola y nadie hablaba casi inglés, por lo tanto me enyogize sin saber siquiera lo que era eso y comencé a visualizar a mi mochila Alphine Sckate en cada bulto que se avecinaba. Casi muero de ansiedad en la espera pero finalmente luego de un largo tiempo que para mi fueron años llegó. Salí entonces afuera de la estación,  ya estaba más claro el día, pero se oían muy fuertes los sonidos del bosque, como si estuviéramos inmersos dentro de la forestación. Cuando miré la estación a lo lejos me di cuenta que así era estábamos en medio de un gran campo, como el de Ezeiza pero esto era INDIA. Camine 2 pasos y cientos de hombrecitos se me abalanzaron para lograr obtener mi mochila y conducirme a sus rickshaws, cosa que me tomo de sorpresa y me asustó bastante, pero con mi mejor cara de Silvia Pérez vengo todos los años a ver a mi gurú, elegí a uno de ellos y me subí. Al Salvation Army, le indiqué muy decidida y comenzó el viaje a otro mundo….sin palabras…era una mezcla de incredulidad, con emociones, con olores y el calor húmedo que me pegaba en la cara,  a través del plástico que usaba como para viento el chofer. No podía perderme nada sentada en aquel  rickshaw que consiste en una motoneta que arrastra una caja de zapatos con asientos y ruedas que aun hoy en algunas ciudades (muchas de ellas)  lo hacen los mismos hindúes (tracción a sangre) corriendo descalzos por las calles. Este por suerte iba en su motoneta, la cual a mitad de camino comenzó a fallar y se paró en el medio de una avenida de Bombay. Antiguamente llamada, Mumbai, donde autos de todos lados la surcaban, ida y vuelta, derecha, izquierda por delante y por detrás, autos me refiero a estos bicharracos llamados rickshaws que no paran nunca son como abejorros que se meten a toda velocidad por todos lados y justo yo fui a elegir el mejor de todos, el que me honró en medio de la avenida…casi me infarto…rezaba por qué no nos llevaran puestos. La cosa es que ni siquiera le podía decir nada al pobre hombre por qué no me entendía  nada  no  hablaba inglés así que me dedique a hablarle en español y sugerirle que siga intentado que Sahi Baba o Dalai Lama o Buda o alguien nos ayudaría, tanta invocación de gurúes  llegó a oídos de alguno y el motor  revivió, también mi corazón, que comenzó a caminar paulatinamente, fue algo mágico todo ese camino, yo parecía una lechuza, la cabeza giraba en todas direcciones, no podía creer lo que veía, vacas en la calle mezcladas con la gente, como si fueran perros, gente durmiendo en la vereda, casas de cartón, las ruinas de algo que parece haber sido tan lindo, un imperio, pero venido abajo. Todo se entremezcla, la gente entre los autos pareciera que la fuésemos a  pisar pero de alguna forma sortean todos  los peligros y no pisamos a nadie, otros tan flacos que se desarmaban en la calle sentados. Todo aquí es muy tranquilo, se respira en el aire, nadie se pelea con nadie, conviven en una paz increíble y eso arma esta atmosfera de paz. A pesar  que los taxistas son lo peor, no se oye,  ni una blasfema, no se sobresaltan, todo requiere su tiempo. Las calles llenas de gente por doquier, familias viviendo en las calles, los famosos barrios de chabolas, era algo tan distinto a todos mis otros viajes, incluso a Marruecos, esto me gustaba mucho, muchísimo más. El taxi me dejo en el Salvation Army un hotel que van muchos mochileros y es donde quería ir para conocer gente, historias y recomendaciones de lugares y encontrar que era lo que podría hacer en mis 4 días de estadía allí. Tenía que comprar el billete para Goa, Arambol donde me esperaban mis amigos que ya estaban inmersos desde hacía casi 1 mes en esta cultura ancestral. Me llegaban hasta sus mails

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Japón: un viaje con pocas conexiones

Te encanta viajar y tenés la suerte de poder hacerlo. Tenés los medios, el estado físico, el tiempo… Así decidís un día cruzar el planeta, literalmente hablando, para ir a Japón. Yo no viajé mucho en mi vida, así que todo me sorprende y me deja maravillada. Creo que soy mala consejera de viajes, justamente por eso: todo me parece hermoso, genial, indispensable. Con todo ése entusiasmo empecé a planear el itinerario. No sé exactamente qué fue, pero nunca llegué a conectarme con la idea de visitar Japón. Sin embargo, veía que todos volvían fascinados y que cada vez más gente lo elegía. Uno de los problemas que tuve fue por comprar desde acá tickets para las actividades que queríamos hacer. Hay cosas que tienen tanta demanda, que necesariamente hay que comprar con mucha anticipación (la Tokyo Game Show, el Museo Ghibli, por ejemplo). Enseguida llegó la frustración de no poder traducir algunas páginas, de intercambiar mails en inglés con japoneses que claramente no entendían nada, de equivocarme con las fechas y tener que cambiar el itinerario, de que hubiera páginas que me rebotaban la tarjeta aunque el banco me la autorizara… Cualquier trámite sencillo era abrumador y complicado. Pero siempre me aferraba a la idea de que en cuanto llegue allá todo iba a estar mejor, porque el destino, según lo que decían, era espectacular. El vuelo fue larguísimo y complicado. Fueron 30 horas en el asiento del medio, con mi compañero muy descompuesto la primera mitad del viaje. Yo había pedido un menú vegetariano, que resultó ser una bandeja de arroz blanco mal cocido con una cucharada de arvejas, así que sumado a todo estaba casi sin comer. En lo único que pensaba, lo que me mantenía de buen humor, era en lo espectacular que iba a ser llegar. Pero la primera impresión (y la única, realmente) que tuve fue: esto no vale la pena, quiero volver a mi casa. En Japón pasa de todo y a la vez no pasa nada. Hay mil cosas para hacer, para ver, para recorrer, para comer, y sin embargo es muy fácil aburrirse. Es que no hay una noción de “caos cotidiano”, todo funciona como tiene que funcionar.  Llegué a pensar, después de un día muy largo, “necesito llegar al departamento y que no haya agua caliente, que no ande el módem, algo inesperado, cualquier cosa”. Con la comida me pasó lo mismo: Recuerdo haber dicho “estoy harta de comer arroz” al segundo día en ése país. Y es que ser vegetariana en Japón es eso: comer arroz, a veces huevo, un poco de soja. Y nada más. Para ser justa, yo nunca conecto mucho con las grandes ciudades. Pensé que saliendo de Tokio me iba a encontrar algo más, y  fui a Kioto y a Nara. No me malinterpreten: todo es hermoso. Pero una vez que viste un templo viste todos, y una vez que estuviste en el cruce de Shibuya te das cuenta que es lo mismo que Shinjuku y que Ginza y que Akihabara y que… La gente es un mundo aparte. Son muy educados pero para nada amables: Nadie te habla, nadie te ayuda cuando te ve perdido, nadie se mete en nada. Hacer sociales con un japonés es increíblemente difícil. Ni siquiera puedo decir que me sentí abrumada. Japón resultó ser un país que no me despertó nada, más que curiosidad por momentos breves, pero no más que la curiosidad que me puede generar cualquier sociedad más cercana. Aunque tengo que admitir que mi compañero, fanático gamer y nerd de profesión, tuvo una experiencia diametralmente opuesta. Quizás fui mal predispuesta, pero juro que lo intenté. Conocí lo más tradicional y lo más tecnológico: dormí en un hotel cápsula y usé consolas de videojuegos que acá ni se escucharon nombrar aún, pero nada logró sacarme la idea constante de que faltaba “algo” que Japón no me iba a brindar nunca. Volví a casa feliz de irme de ése país y sin entender la fascinación que lo volvió un destino tan de moda y codiciado. Mucho menos sabiendo que también para volver me esperaban otras 30 horas de asiento del medio y arroz blanco. Por @llenadpreguntas

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Hong Kong, una historia de amor.

Estuve en Asia por un mes y medio haciendo un curso en Singapur. De todo lo que pude ver Hong Kong fue lo que mas me impactó. Me parece que es una transición suave y hermosa a este continente maravilloso.   Asia es simplemente maravilloso. Te abre la mente, te enseña que hay otra forma de ver las cosas, simplemente te cambia la perspectiva de ver este mundo loco en el que vivimos. Te da esa sensación inexplicable de asombro, de satisfacción, te pone una sonrisa en la cara y no te la quita por el resto de la aventura. Es simplemente alucinante. Yo soy fiel creyente de que hay que visitar Asia por lo menos una vez en la vida. No digo que no haya que dejar de ir a Europa, que al fin y al cabo es indiscutiblemente es la cuna de la civilización occidental, pero si que quizás si puedes viajar todos los años, ¿Por qué no salir y hacer algo diferente al menos una vez? Estuve en Asia por un mes y medio haciendo un curso en Singapur. De todo lo que pude ver Hong Kong fue lo que mas me impactó. Me parece que es una transición suave y hermosa a este continente maravilloso.   Hong Kong es una ciudad global, un blend de culturas hermoso, abrazando el caos de la calle cantonesa, tendiendo también muchos elementos occidentales que la hacen muy agradable y fácil de manejar. Moverse es súper fácil ya que cuenta con un lindo sistema integrado de transporte. La octopus card (una especie de Sube), se puede comprar en el aeropuerto o cualquier estación de subte y sirve para andar subte, bus, ferry, etc. Todo esta súper claro y en Ingles. Ah y como buen dato si te queda saldo a favor al final del viaje, lo puedes recuperar en cualquier centro de atención, incluso en el aeropuerto. Es poder sumergirte en la locura de Kawloon, digamos que la zona más “oriental”. Puedes perderte en sus calles, regatear en sus innumerables comercios (hay un mercado que vende miles de boludeces para comprar y una calle donde solo se venden zapatillas), sin entender nada, pero ambiguamente sintiéndose en un escenario natural. Si te cansas del caos, camina hacia “Flower road”, una calle llena de florerías. La cantidad y variedad de plantas y flores te va sorprender. Bajando por Nathan road hacia el Harbour, se encuentra Tsim Sha Tsui, una zona más comercial con muchos shoppings de mayor rango, tiendas y restaurantes. Es notablemente más ordenado que Kawloon centro y agradable para caminar y hacer algunas compras si eso es lo tuyo. En tema de precios Hong Kong es usualmente caro, pero como en todo lugar se pueden conseguir buenas ofertas buscando. Dense una vuelta por Kawloon Park. Un bonito parque y centro recreativo en plana metrópolis. Una buena parada para respirar en medio de un día loco. Otra parada imperdible en la zona es el Hong Kong Museum of History, un museo que explica detallada y didácticamente la historia de Hong Kong, desde su formación geológica e historia biológica, hasta su historia Política, social y cultural, lógicamente haciendo mucho énfasis en el periodo de ocupación Británica y en como Hong Kong logra convertirse en el Hub comercial y financiero que sigue siendo hoy en día.   Por ultimo nada mejor que terminar el día en el Promenade, con vista a Hong Kong Island. Es una zona bastante turística donde se encuentra el museo de ciencias y el museo de Arte Moderno (actualmente cerrado por renovación). Esta lindo para caminar y ver el atardecer junto a uno de los skylines más impresionantes que he visto en mi vida. Si bien todos los días a las 8pm se realiza el Light Show, un juego de luces organizado por la ciudad junto a varias empresas que iluminan sus edificios en la noche, suele estar muy congestionado por lo que no se alcanza a ver bien. Mejor plan es subirse al “Star Ferry” (sistema de Ferry instalado por los Britanicos en los 1800’s para conectar Kawloon de Hong Kong Island, que sigue funcionando) y ver el juego de luces mientras cruzas a la isla.       Hong Kong también es caminar por las calles de Central uno de los «hubs» financieros y comerciales más importantes del mundo, ver ejecutivos de todos los tipos y colores hablando el mismo idioma, discutiendo temas de relevancia mundial, quizás ese ya es mi propio tema, pero todo escenario global, que muestre cómo todos estamos cerca y somos parte de lo mismo me fascina. Esa es una de las razones por las que amo viajar, sentirse parte del mundo, darse cuenta que todos somos parte de la misma cosa. Imperdible es subir a “The Peak”, el punto más alto de Hong Kong donde se tienen probablemente las mejores vistas a la ciudad. Como dato, en esa zona se instalaron los británicos al llegar a Hong Kong por esa misma razón, similarmente, la base y subida de la montaña sigue siendo una zona muy residencial, donde viven muchos expatriados y locales afluentes. Para subir al mirador hay un tranvía que cuesta 45 dólares Hongkoneses (algo asi como 5 y pico dólares americanos) y se puede pagar con la octopus card. También se puede subir caminando, pero no hagan como quien escribe, porque casi muero en el intento. Volviendo al tema, Hong Kong es una ciudad tranquila, natural, uno pasea por sus calles y se siente parte de ella, te invita a caminarla, descubrirla, es hermoso. Creo yo que puede ser un lindo comienzo a salir a lo nuevo y visitar Asia. Espero que les haya gustado este post y disculpen si más de una vez me he ido por las ramas, pero es difícil de explicar la fascinación que sentí en esa visita, algo que quise tratar de transmitir.   Por @Josetvller      

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De Shopping en Sarasota

Siguiendo un poco con la idea del viaje que hicimos en familia , les quiero comentar la visita que hicimos al no muy conocido The Mall at University Town Center en Sarasota. Se encuentra casi sobre la I75 , la interestatal que atraviesa los Everglades a muy pocos minutos de Sarasota. A razón de verdad tengo que decir que es un mall o shopping , más que un outlet , pero con precios mas que aceptables , teniendo en cuenta que siempre hay alguna que otra promoción . Entre las tiendas que hay que destacar , ubicamos enseguida a Macy’s , Saks Fifth Avenue y Dillard’s , iconos ellas de la moda y belleza . No conocíamos específicamente a Dillard’s , la que nos pareció muy completa y con excelentes promociones . Si me piden marcas , les cuento que están casi todas : Forever21 , Gap , Banana Republic , H&M , Brooks Brothers , Aldo, Clarks , Ann Taylor,Fit2Run, Victorias’s Secret , Hugo Boss. Hablando de gastronomía es un placer que dispongan de lugares como Burger & Beer Joint para disfrutar en excelentes hamburguesas o Le Macaron , icono de la pastelería francesa ; obviamente sería imperdonable dejar de nombrar a The Cheesecake Factory o Starbucks , símbolos del descanso de los caminantes /compradores/visitantes de shoppings y otras yerbas. Mención especial quiero hacer a los que nos gusta sufrir visitando The Apple Store , impresionante lugar en el que está todo lo que uno busca ; no se han privado de nada tanto en la parte edilicia como en atención y asesoramiento. Para terminar , es un mall digno de visitar , con todas las opciones a disposición. Vale la pena conocerlo y disfrutarlo. Por @alejobuya12  

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Una vuelta por la costa oeste de la Florida

Me hago eco de la invitación al blog y les mando una viaje hermoso que hicimos hace un mes a la costa Oeste de la Florida. Salimos de Rosario con destino a Guarulhos, San Pablo en Latam para luego abordar en un 777 con destino a Miami; vuelo excelente sin problemas y así arribamos a Miami con la sorpresa de que nos eligieron para ir directamente a las maquinas de Inmigración , en las cuales se escanean los pasaportes y se cargan datos ; una vez cumplimentado este tema ( rapidísimo por cierto) nos atendió un oficial cubano de Inmigración de muy buena onda . De ahí a las valijas , que por cierto ni nos miraron los tickets. Volando a tomar el MIA MOVER a buscar la «bestia» que alquile en Hertz para así seguir viaje a nuestro primer destino: NAPLES . Me animo a decir con cierto conocimiento que el que ya fue a Miami un par de veces, el destino próximo es Naples, sin lugar a dudas. La tranquilidad , las playas y el Downtown son increíbles. Tuvimos la suerte de parar en el Bellasera , un Resort de primera calidad a precios excelentes , con traslado a la playa ( ida y vuelta) con reposeras incluidas ( no así la sombrilla a u$s 15 por día ) . El hotel es una maravilla , con excelente servicio y atención , ubicado a 5 minutos de la playa en automóvil e igual  tiempo al downtown , donde se puede pasear , comprar y comer excelentes platos de mar. Naples tiene muchos outlets y shopping cerca, como por ejemplo el Miromar o el Coastland Center Mall. Algunos son parecidos a los Premium y otros son más shopping . Pero el secreto de Naples son las playas , la tranquilidad del mar se suma a la compañía de algún delfín muy cerca mezclado con la consistencia de la arena ( léase «harina» ) . Al cuarto día con la tristeza de dejar ese paraíso , emprendimos el viaje a Sarasota , mas o menos 2 hs. de auto por autopista (obvio); debo decir que la entrada me decepcionó un poco , ya que es muy «ciudad» y encima que uno venía de algo mas natural… pero bueno llegamos a Lido Key que es una isla conectada con la ciudad por el John Ringling Causeway , un gigantesco puente aéreo que las une. Esta vez también elegimos nuevamente un excelente hotel, que fue el Lido Beach Resort , con playa privada y servicio de sombrillas y reposeras. Un lujito con bar para comidas y tragos . Debo decir que la playa es un poco angosta pero también hereda de Naples la pasividad del agua y la arena. Sarasota es una ciudad bastante  importante de Florida , en la que se encuentra (nótese la sorpresa ) infinidades de clínicas medicas , de belleza y todo lo relativo al cuidado de la salud. Obviamente también tiene outlets y malls , como por ejemplo el  Mall at University Town Center y el Ellenton , con todas las marcas que uno busca y muy buenos precios. Destino obligado al estar en Sarasota es Siesta Beach , mas o menos a 15 minutos de auto un esplendorosa playa de de 100 metros de ancho con un mar y arena propia del Caribe , y por supuesto la frutilla del postre es el atardecer sobre el mar , en el que cientos de personas se aprestan con las cámaras y celulares para plasmarlo en ellas. No solo es una belleza el marco , sorprende el tiempo que demora en bajar el sol que es imponente , una maravilla. Para los amantes de Apple les recomiendo el store del Mall at University Town Center que mencione antes, es muy grande con todo lo nuevo de la manzanita. Después de cuatro días de disfrutar a pleno , nos fuimos al viejo y querido Orlando , destino obligado tanto o más que Miami , pero esa es otra historia ( o segunda parte…) Por @alejobuya12  

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#MamaFlyer nos cuenta los secretos de El Camino de Santiago en #EntrevistasQV

Ayer hice una entrevista especial, fue a Margarita, la mamá de @juanoflyer o #MamaFlyer quien nos conmovió durante su viaje por El Camino de Santiago. De paso recomiendo leer este post de Juano sobre la travesía. La entrevista también fue especial porque por primera vez la hicimos en vivo en el lugar y por periscope, así que pudimos conversar tranquilos, hablar de todo y compartir el momento con la comunidad. Pero también tuvimos problemas de conexión a internet y varios se la perdieron por eso y por el horario. Así que acá está la entrevista completa a Margarita, realmente vale la pena, tiene momentos muy emotivos, otros divertidos y otros en los cuales nos deja varias enseñanzas. Espero que la disfruten como la disfruté yo al hacerla. https://t.co/BxffWFWqVO — QuizViajero (@quiz_viajero) May 4, 2017    

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#BloggeroQV

De cuando fuimos a Japón (primera parte)

Viajar a Japón es tal vez uno de los destinos más lejanos que uno se pueda imaginar y todo lo que conlleva a eso, desde el idioma, comida, costumbres, además de todo lo que uno oye de alguien que fue a ese país. Cuando organizamos este viaje (RPM Plus junto a Calle de Boxes), allá por Octubre 2016, sabíamos desde el mismo momento que se sumarían muchos amigos y así fue. No obstante lo cual, cuando se empezó a diagramar el mismo nos dábamos cuenta que, para “la tierra del sol naciente”, se necesitarían más días de los que nos tenía acostumbrado los viajes que hicimos anteriormente. Como siempre y, como en cada aventura, lo principal es ordenar la coordinación logística de los aéreos. Realmente buscar una buena ruta para ir a Japón desde nuestro país nos llevó varios días, hasta casi un mes diría. Porque te preguntarás? La respuesta es simple: es tan lejos que pegarle de un solo tirón hace que el viaje resulte casi una pesadilla. Mirábamos 32hs, 35hs, 37:30Hs, mamaaaá era imposible hacerlo con el grupo, de modo que la opción más lógica y razonable era ir y volver por USA. Viajamos de EZE a HOU (Houston) y de ahí a Denver. La ida, como les cuento, la hicimos por Denver y el regreso por San Francisco, vía United Airlines. El Stop de un día en Denver sirvió para estirar las piernas además de dormir unas cuantas horas en el hotel y visitar mediodía la ciudad (como la nota no está dirigida a esta ciudad solo la nombro y no cuento lo que hicimos en ella). Nos esperaría 12:10Hs de vuelo para cruzar el charco norteamericano. Destino: Aeropuerto Internacional de Narita, en Tokio. Realmente debo confesar que estar coordinando un grupo de 24 personas no es fácil, mucho menos aún en tierra nipona, donde son miles de personas que te pasan de un lado hacia el otro y casi que te mareas de ver tanta gente. Perdes la noción del lugar ni bien giraste el cuello. El vuelo fue tranquilo y, como era de esperar, llegamos ya con los horarios cambiados por el Jet Lag. Si bien dormimos algo en Denver, no nos terminamos de acomodar a los horarios de allá hasta varios días después del arribo. LLEGABAMOS, SE PONIA BUENO Hay que tener bien en claro de cómo moverse en Japón. Lo principal es tener un buen router con internet  y ya allí tendrás buena parte del problema resuelto. Lo primero que hicimos fue ir a reclamar los JR Pass que ya nos habían llegado hacía varios días a Argentina. Un trámite lento donde uno tiene que presentar una especie de boleto que te mandan y ellos te lo llenan, presentando cada uno su pasaporte para chequear tu nombre y datos correctos. El mismo es muy útil (siempre y cuando lo vayas a exprimir al máximo) ya que te permite viajar por todo Japón cuantas veces quieras. Ya con el router y el JR Pass en mano nos dirigíamos a Oshiage vía el Kensei Line, un tren que llega a la Terminal 2 de Narita. Llegamos cansado y ya de noche al hotel, dejamos las valijas y a dar una vueltita por los alrededores. Al otro día (primer día), nos esperaba temprano en el hotel, Shinobu, un guía de habla hispana y de unos cuantos años (pisaba los 65). Con él fuimos a recorrer las atracciones que estaban cerca del hotel porque parecía que nos acompañaría la lluvia. Visitamos el Barrio de Asakusa, Templo Sensoji, Museo Nacional de Tokio (no me llamó para nada la atención y esperaba mucho más de él) y Parque Hueno, entre otras cosas. Ya para el segundo día, iríamos al Templo sintoísta Meiji, la avenida Omotesando, la famosa calle Takashita, el gran cruce peatonal de Shibuya, el jardín Shinjuku Gyoen, la majestuosa y comercial Ginza y, por la noche, fuimos a comer algunos a Roppongi Hills. Ya se empezaba a sentir el cansancio de los 10 Km de promedio de caminata diaria. El tercer y último día en la hermosa Tokio nos depararía la visita al Hamariku Garden (justo se estaban sacando fotos una pareja de recién casados), la isla artificial de Odaiba, Museo Nacional de Ciencia Futura (dos horas a mi juicio perdidas, creía que veríamos cosas de otro planeta y no fue así), Palacio Imperial por fuera ya que llegamos tarde (nos traicionó internet con el horario de otoño que cerraba una hora antes). El cansancio se hacía notar pero mucho quedaba aún por delante. Al otro día nos esperaría Kyoto ya tomando el Shinkasen, donde haríamos base por las 8 noches restantes de nuestra visita a ese país, pero eso es materia pendiente para mañana. Me despido para tomar fuerzas y retomar mañana. Hasta luego amigos…. Por @calledeboxes

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Salzburgo, entre Mozart, La Novicia Rebelde y las bellas montañas….

Como fanática de La Novicia Rebelde, sabía que algún día iba a conocer Salzburgo, Austria. Muchas  veces soné por caminar por sus callecitas, visitar la famosa casa de la Familia Von Trapp, pasear por esas montañas y lagos cristalinos…..el sueño se cumplió en abril de 2016…. Llegamos a Salzburgo en tren de alta velocidad desde Múnich. Un viaje hermoso, contemplando un paisaje de ensueño, atravesando pequeños pueblos alemanes ya que Salzburgo se encuentra en la frontera con Alemania así que apenas el tren pasa la frontera, que uno ni se da cuenta, ya está la pequeña gran ciudad de Salzburgo. Con mi meta por sentirme dentro de la película, dormimos una noche en el Leopoldskron Palace, el palacio en donde se filmaron las escenas exteriores que recrean la casa de la Familia Von Trapp. La verdadera casa de la familia, cuya visita quedó pendiente para otro viaje, también es hotel. Se llama Villa Trapp. Volviendo a nuestra estadía de una sola noche en Leopoldskron Palace, porque no conseguí más noches allí para esas fechas, fue increíble. Al llegar uno encuentra dos “casas”, una la que se ve en la película, que tiene pocas habitaciones para dormir y son las más costosas, que además cuenta con el salón desayunador junto a varios salones para eventos, y la otra en donde se encuentra la mayoría de las habitaciones. También hermosa casa, divina habitación antigua pero con detalles modernos, que se ve renovada hace poco tiempo. Vía web habíamos reservado habitación Standard pero al momento del check in nos ofrecieron un Upgrade por pocos Euros por una habitación más grande y lo mejor: con vista al lago que se ve en la película. Un sueño hecho realidad!!! Como llegamos alrededor de las 15hs, decidimos pasar toda la tarde recorriendo las casas, sus jardines, caminar alrededor del lago y salir a andar en las bicicletas del hotel por los alrededores. Esa noche cenamos en uno de los pocos restaurantes cercanos, comimos riquísimo, ya que para llegar al centro de Salzburgo se debe tomar colectivo o taxi. A la mañana, desayunamos en el edificio principal mirando al lago, un exquisito desayuno buffet muy completo que se encuentra incluido en la tarifa. Nos despedimos de este bello lugar, tomando un taxi hacia el centro de Salzburgo, no más de 10 minutos de viaje, para alojarnos dos noches en el NH Salzburg. Ya en el centro histórico de la ciudad, visitamos el Palacio y Jardines de Mirabell, el Schloss Hellbrunn (otro majestuoso palacio y jardines, donde se encuentra la famosa glorieta de la película La Novicia Rebelde), la Fortaleza de Hohensalzburg, Petersfriedhof (cementerio), Residenzplatz, Catedral de Salzburgo, Casa Natal de Mozart (donde nació), Residencia de Mozart (el museo) y Hangar 7 para los fanáticos de autos y aviones, pero hay mucho más. Obvio que comimos Sacher Torte en el Hotel Sacher, que tiene una confitería para deleitarse con este manjar, que también lo repetimos en Viena. Por supuesto que Salzburgo tiene mucho para ofrecer, ciudad rica en historia y bellos paisajes, a la cual espero volver algún combinando esa visita con Hallstatt  que no llegamos a visitarla por falta de tiempo aunque no está muy lejos. Auf Wiedersehen!!!   Por @karife75

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